Cada mañana
acudo a la ventana
a ver tu vuelo.
Y así que llegas
recojo, presuroso,
tu fiel mensaje.
Ese que viene
de un sitio muy lejano,
tras largo viaje.
Y son tus alas,
metáforas divinas,
las que yo adoro.
Porque entre ellas
transportas unos versos
de mil colores.
Precioso viaje.
Se duermen las estrellas
mientras tú vuelas.
Canta la luna
su nana enternecida
para los niños.
Y algún poeta,
con alma enamorada,
también sonríe.
¡Cuánta inocencia
se escapa de esos versos
que a ti te han dado!
Y nos contagias,
querida mariposas,
con tu alegría.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/07/23