Natalio Cosoy
BBC Mundo
¿Tan solo una metáfora?
Un cuento de 120 caracteres; los
pensamientos imposibles de un niño curioso; un texto casi tan largo
como un libro, tan difícil de dejar de leer como una gran novela; la
poesía automática de los buscadores, todos géneros narrativos
nacidos o fortalecidos en la era de la web.
Hay muchos más ejemplos, como la
transformación del género epistolar con el desembarco del correo
electrónico o la novela en Twitter. Pero en este recorrido por las
nuevas -o renovadas- formas de contar, hemos elegido hablar de estos
cuatro casos:
Ficción >141 caracteres
Empezamos con Twitter, ya que la red
social está en estos días organizó un festival
de ficción en su plataforma, que se extendió hasta el 2 de
diciembre. Nuestro primer caso es el de los cuentos brevísimos, como
este:
Entonces
la margarita, queriendo saber si la querían, se deshojó a sí misma
y murió.
Su autora es Gabriela Agudo y fue
publicado por la cuenta de Twitter @microcuentos,
que concentra algunos de los ejemplos más interesantes del género,
que tiene aroma a haiku japonés (poesía de tres versos y poquísimas
palabras):
Sentarse
junto a ella mientras duerme, mirarla; esperar a que empiece la
película muda de sus sueños. (Vicente Luis Mora)
La cuenta @microcuentos pertenece al
venezolano Lenin Pérez Pérez, "creativo publicitario y lector
voraz de ficción", quien le contó a BBC Mundo que comenzó el
proyecto hace tres años y medio para "explorar las
posibilidades literarias de lo breve".
Empezó publicando casi
indiscriminadamente, pero luego empezó a filtrar los textos
apócrifos y hoy solo suma los de autores a los que puede rastrear,
consagrados o aficionados.
De hecho, dice, "no siempre los
autores consagrados son quienes obtienen más RTs (que son
más citados por otros tuiteros)".
Como si a la pluma se le acabara la
tinta tras escribir 140 caracteres...
¿Existe una fórmula para escribir
cuentos breves? "Pues no", admite Pérez Pérez, "no
existe siquiera una fórmula para reconocerlos". Y dice que a
veces hay discusiones "bizantinas" sobre si un texto
publicado en @microcuentos es o no un cuento.
Uno de sus favoritos es este, anónimo:
Pobre
loro: por juego le enseñé a decir tu nombre y se enamoró.
La cuenta de Pérez Pérez no es la
única dedicada a la publicación de microrrelatos, hay otras varias,
como @cuentos_cortos,
donde se publicó esta narración:
Caminó
durante horas, hasta que su cuerpo no pudo mas. Se quitó su armadura
humana y su espíritu desapareció. (via @Mr_Darko)
Y también hay autores que se dedican
a explotar el género en la red social. El español Pep Bruno
(@pep_bruno) se ha
planteado el desafío de publicar -al menos- un cuento corto todos
los días en su cuenta de Twitter. Este es uno de los más recientes:
Salí
por televisión (y no encontré el modo de volver). Os sigo desde el
otro lado.
Algunos no se dejan restringir por los
140 caracteres, y estiran las posibilidades del medio hasta,
inclusive, la novela. Es el caso del colombiano Héctor
Abad, quien está hace tiempo jugando una suerte de cadáver
exquisito unipersonal, componiendo en Twitter la novela "Los mil
trinos y un trino".
O también Rafael
Vives, quien hila tuits para componer cuentos cortos, pero no
tanto, generalmente surrealistas.
Pero la de Abad y Vives es otra
historia. Mientras tanto, ustedes, lectores de BBC Mundo, ¿se
atreven a enviarnos un relato de microficción? Háganlo a través de
Facebook o Twitter,
y no se olviden de colocar la etiqueta #ficcionbreve.
Poesía mitad humana mitad robótica
El sitio web googlepoetics.com
es un experimento que expone el resultado lírico que puede tener la
interacción humano-máquina.
Sus creadores se dieron cuenta de que
el sistema de sugerencias de Google, que va ofreciendo completar
las opciones de búsqueda a medida que se escribe, es un impensado
creador de poesía, parte obra de la máquina, parte de los humanos
que van creando las tendencias de búsqueda.
El sitio es en inglés, pero en BBC
Mundo hicimos algunos experimentos con el mismo principio. Colocamos
en la caja del buscador Google uno o dos términos de búsqueda y
dejamos que el sistema sugiriera opciones en base a ellos. El
resultado es una lista de 4 líneas, que pueden leerse como versos de
un poema breve. Aquí, un ejemplo:
¿Se atreven ustedes a hacer sus
propios experimentos y enviarnos una captura de pantalla vía clic
Twitter, utilizando la etiqueta #poesiadegoogle y mencionando
@bbcmundo?
Cosa de niños...
-
Gael, ¿querés un chocolatín?
-
No, mami, hoy ya comí un alfajor a la mañana y otro a la tarde. No
es necesario tanto dulce, ¿no?
Esta desopilante conversación se dio
entre Fiorella y Gael, madre e hijo. No salió publicada en un libro
ni una revista, tampoco pasó de boca en boca. Fiorella la publicó
en Facebook. Aunque existen ya en papel los libros de compilaciones
de frases e ideas ingeniosas de los niños, la novedad es que las
redes sociales abrieron la puerta a que cualquier mamá, papá, tío,
tía, etc., pueda hacer lo propio y compartirlo con sus contactos.
La mayoría, como Fiorella, son mamás,
que citan las frases ingeniosas y comentarios agudos de sus hijos en
las redes sociales. Mara, quien tiene dos hijos, las publica en
Facebook y en su blog.
El siguiente es un ejemplo de los diálogos que comparte:
-
Mami ¿le puedo decir algo a dios?
-
(Dudando) Mmmm, sí.
-
Ah y, ¿cómo hago?
¿A ustedes se les ocurre algún
diálogo con hijos, sobrinos, nietos, que quieran compartir?
Compártanlo con nosotros vía Facebook.
Los formatos largos
Con el ingreso del periodismo al mundo
de la web la insistencia se volvió más y más hacia la compresión,
condensación, abreviatura de los textos. "La gente no quiere
leer mucho, quiere enterarse de todo en un vistazo", se
decía. De hecho, todavía se dice, y las audiencias le reconocen
valor a la brevedad.
Pero tras el escenario central ocupado
por lo sucinto, en los márgenes -paradójicamente- fue haciéndose
un lugar el texto de largo formato. El motivo, según Bobbie Johnson,
es que "los formatos largos son muy buenos -en ocasiones la
única manera- para desentrañar la verdad acerca de las ideas
complejas que dan forma a nuestro mundo".
Johnson es periodista y cofundador de
Matter (la cita es del
video de presentación del proyecto), una revista digital que lleva
la tendencia de la narrativa extensa al extremo: se publica una vez
por mes y contiene un solo, muy largo, artículo, que se vende a 99
centavos de dólar en formatos para libros electrónicos, móviles y
tabletas. Va por el número uno, el tiempo dirá si su apuesta fue
acertada.
Pero textos largos ya hay y había
antes de Matter. Lo que pasó en la web es que alguien identificó el
apetito por ellos, sobre todo desde que surgieron proyectos como
Instapaper (que permite almacenar textos para ser leídos sin
conexión, más tarde), los lectores de libros electrónicos,
tabletas y móviles inteligentes.
Entre esos pioneros en registrar la
tendencia están longform.org y
longreads.com. Los dos sitios
aparecieron en 2010 y compilan textos largos de diversas fuentes.
Longreads tuvo su origen aún antes, como una cuenta de Twitter.
Al lanzar longreads.com, Mark
Armstrong, su fundador, publicó en su blog
un texto en defensa de lo extenso. Dice allí: "Algunos ya lo
entienden. The Atlantic, Lapham's Quarterly,
Esquire, Vanity Fair y otros están colocando la
etiqueta #longreads a sus textos más largos. Estos medios entienden
algo que otros no: este es el futuro de las publicaciones en línea.
El mundo está listo para más textos largos".
"Mi impresión es que esta moda
por los textos largos se dio por dos razones: primero, por la
aparición de las tabletas y los lectores de libros electrónicos,
que tienen interfaces más sencillas en las que el usuario se
concentra en una sola tarea; segundo, porque cada vez leemos más lo
que nos recomiendan otros a través de redes sociales, y es más
probable que alguien comparta un artículo genial, ameno y extenso
que una nota periodística breve y sin chiste", le explica a BBC
Mundo Iván Santisteban, uno de los fundadores de Canasta
Básica, uno de los equivalentes en español de longreads.com y
longform.org.
El título del sitio está inspirado
en el nombre que se le da en América Latina a la lista de productos
esenciales que requiere una familia, porque Santisteban y quienes lo
acompañan en el proyecto consideran que los textos que eligen
constituyen "lecturas esenciales".
Los criterios de selección de Canasta
Básica son simples: que el texto tenga más de 2.000 palabras, que
no sea pago, que no esté sólo en PDF, y que pueda leerse en una sola página (lo que hace fácil transferirlo a un lector de libros
digitales).
Pero hay algo más, dice Santisteban:
"si el artículo te interesó tanto que lo leíste de principio
a fin, y luego quisiste compartirlo con algún amigo, probablemente
deba ir en Canasta Básica".
Para él, este artículo de Leonardo
Haberkorn, "El
pueblo que quiso salir en televisión" (publicado
originalmente por la revista Gatopardo), sobre un pueblo uruguayo que
vivió una tragedia televisada, resume todo lo que debe tener un buen
texto largo de no ficción.