De los puertos descendían
el ganado y un pastor
que indolente caminaba
musitando una canción.
"Ya regreso "pa" mi aldea
y me vuelvo sin tambor,
porque el "pito" y la badana
en el puerto se quedó.
Vuelvo a casa fatigado
a buscar junto al fogón,
las alubias y "jarrepas"
que me ofrezcan su calor.
Y si luego me "amodorro"
buscaré mi buen colchón,
con las hojas de "mazorca"
que me ofrezcan su candor.
Dulces sueños se avecinan
y me nublen la razón,
con el "tinto" de la bota
y la sed que me calmó.
Luego vuelva un nuevo día
en que asome el bello sol,
y hasta suenen las campanas
de la iglesia, en su reloj.
Y me vuelva para el puerto,
acabando la excursión,
la visita a la "parienta"
y el monologo de dos.
Ya me "vuelvo" de la aldea
y me subo al mirador,
donde esperan las cabañas
y el silencio con su voz."
...Y allá parte nuestro hombre,
el vaquero y el pastor,
con sus labios susurrando
dulcemente esta canción.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/12/23