Acaricias las sombras de la noche
y las apartas
para dar paso a la mañana, dulcemente,
en este febrero que acaba de llegar,
mientras tiembla y tirita,
de un invierno que se marcha,
en un calendario que comienza.
Pasas volando en madrugada
y recorres las horas del reloj de la vida
para mostrarme tu figura,
mientras mis labios, al verte,
susurran tu nombre
y un suspiro sacude mi alma.
Te miro y sonrío mientras tú,
me saludas, sin saberlo,
con tu presencia
y el aleteo de tus versos y tus alas,
me devuelve el eco de tu nombre:
"mariposa".
Rafael Sánchez Ortega ©
03/02/24