Caminamos por la orilla
de una playa solitaria,
contemplando a las gaviotas
y también a las resacas.
Esto traigo a la memoria
con recuerdos de tu estancia,
y sonrisas compartidas
a la orilla de las aguas.
Perseguíamos las sombras
que los cuerpos nos dejaban
y bailaban las pupilas
con la brisa de las almas.
Compartíamos el tiempo
con las manos enlazadas
y los dedos bien unidos
que se hablaban sin palabras.
Hoy me muevo hacia ese tiempo
y en mis sueños tú te hayas,
compartiendo mi camino
con tu sombra y con tu calma.
Eres nave de mi vida
y en la misma capitana,
y mis labios te susurran
que te quieren y te aman.
Caminemos por la orilla
renovando la esperanza,
de ese tiempo y del pasado,
que con fuerza nos abraza.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/02/24