Te miro y me sonríes,
pequeña mariposa,
y dejo entre tus alas
mil sueños y memorias,
aquellos que formaron
la infancia silenciosa
de un niño solitario
jugando con las olas.
Te miro y me conmueven
tus ojos que no lloran
y siempre me sonríen
de forma candorosa,
y es ello en todo tiempo,
lo tienes como norma,
y alegras mi sonrisa
ausente muchas horas.
Te miro y te susurro
que vueles sin derrota,
y lleves en tus alas
mis versos sin corona,
dejando en unos labios
la rima con sus notas.
Te miro y me sonríes,
mi tierna mariposa,
tus versos y mis versos
hoy forman estas odas,
y unidos por un lazo
se besan y retozan,
comparten la alegría,
se aman y hasta lloran.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/02/24