Intento tocar las nubes
pero está lejos el cielo,
y se sorprenden las aves
cuando perciben mis dedos.
Estos se elevan y buscan
a los gorriones en celo,
y a golondrinas cansadas
que nos transmiten sus versos.
Hay en el cielo mil rimas
que dejan brisas y vientos,
como fugaz letanías
que suplen cantos y rezos.
Es primavera, no hay duda,
surge la magia y el cuento,
y hasta las caras se animan
por estos ratos tan nuevos.
Vuelve la vida y resurge,
gritan las almas sin miedo,
y hasta las flores se abren
con sus colores diversos.
Por eso sigo y prosigo,
con mi manía, e intento,
llevar al cielo caricias
mientras le robo sus besos.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/04/24