BBC MUNDO - Magali Lagrange, París
Jean-Marc
lleva más de un año viviendo en la calle en compañía de su
hermano François.
La
asociación parisina de beneficencia Les Enfants du Canal le regaló
a los indigentes de la capital francesa radios portátiles como
obsequio de fin de año, con el fin de romper con su aislamiento. La
idea es ponerlos en contacto con las noticias y la realidad de
Francia y del resto del planeta.
Dos veces por
semana -los lunes y jueves- Andrea y Leo, dos voluntarios de Les
Enfants du Canal, van a visitar a los indigentes que viven en una
acera de París, en el muy concurrido barrio de la estación
Saint-Lazare, donde se mezclan los trabajadores y los transeúntes
que salen de compras a los grandes almacenes.
Hace unos días
Andrea participó en la distribución del inusual obsequio para
cientos de "sin techo" que duermen en las calles de París:
una radio portátil que funciona sin baterías, con un sistema de
generador eléctrico.
Uno de los
beneficiarios, Jean-Marc, esconde su radio debajo de su abrigo. En
medio del frío, permanece sentado con una manta que le cubre las
piernas. Está agradecido por las visitas de la asociación y también
por este regalo, que es una manera de "pasar el tiempo",
según le dice a BBC Mundo.
Vínculo con el
mundo exterior
Jean-Marc lleva
año y medio viviendo aquí, en compañía de su hermano François.
El otro hermano vive en la acera de enfrente y sólo se junta con
ellos a la noche, para cenar.
Con su nueva radio
Jean-Marc escucha música y los noticieros que, cuenta, se repiten
cada media hora.
Tal era la meta de
la asociación. "El objetivo es crear un vínculo con el
mundo y dar acceso a la información y a la cultura en general.
Es bueno por ejemplo que cada uno de ellos pueda escuchar música,
como lo hacemos todos en casa", le explica a BBC Mundo Cédric
Lautard, uno de los responsables de Les Enfants du Canal.
Antes de recibir
su aparato, Jean-Marc ya se informaba con los periódicos gratuitos
que se distribuyen en la entrada de las estaciones del metro.
Cédric Lautard
cree que las radios cumplen mejor esa función. "Pueden elegir
el tipo de noticias que les interesa, tienen más opciones. Además,
cada situación es única; no todos tienen acceso a la información
y la radio adquiere más sentido en el caso de la gente más
aislada".
En otras
palabras, es más ventajosa en el caso de los indigentes más
aislados que no dejan que los desconocidos se acerquen y menos aún
que los entrevisten. Algunos nunca hablan con nadie.
Desde su rincón,
Francois, su hermano y Christian -otro "sin techo" que
vive cerca- lo saben todo, dicen. No necesitan ni periódicos ni
radios para estar al tanto de los eventos de la vida, porque la gente
habla con ellos, como una mujer africana que les trae comida cada
día.
También afirman
que pueden observar los cambios sociales desde la calle. Por
ejemplo, notan que las personas gastaron mucho durante las fiestas de
fin de año, ya que dan menos.
Sin embargo,
ninguno de ellos menciona alguna noticia que haya despertado su
interés. Desde la acera, los acontecimientos del mundo parecen
lejanos.
Calor humano
"De todas
maneras las noticias no me interesan mucho", afirma Jean-Marc.
Lo que más le
preocupa son las medidas que se toman en el país para ayudar a las
personas como él que se quedaron sin nada.
"Nadie dice
la verdad. Los políticos hacen promesas que nunca cumplen y nosotros
seguimos aquí; por eso me canso de escucharlos. El presidente miente
y sus ministros también. Y a pesar de ello y de las penas por las
que hemos pasado en la vida, seguimos sonriendo".
Y es verdad.
Jean-Marc sigue riéndose aunque su mirada se empaña cuando menciona
a su mujer y a sus hijos, que viven en Madagascar, a más de 8 mil
kilómetros de distancia.
Son muchas las
veces en las que las dificultades de la vida diaria sobrepasan a las
necesidades de informarse y de seguir conectado con el mundo.
Christian tiene
arrugas pronunciadas y las palmas de las manos secas. Cuando se le
pregunta si usa su radio, menciona la música que le gusta escuchar
por la emisora Nostalgie -éxitos de los años 60 a 80. Pero muy
rápidamente la conversación se desvía.
Quiere hablar de
sus dolores de espalda, que algunos días tan fuertes que no lo dejan
ni ponerse de pie.
También menciona
a su amiga, una tal Evelyne, que solía visitarlo y que ya lleva una
semana sin ir. Está muy preocupado.
Al parecer, las
radios nunca podrán sustituir el calor de una relación humana.