Temblaban las estrellas
en medio de la noche
y tú las contemplabas,
tranquilo, desde el porche.
¡Qué escena tan bonita
de luces en desorden
en un organigrama
ajeno a mil patrones.
Surgían las estrellas
de espacios y de soles
lejanas y remotas
del mundo de los hombres.
Y abajo, en esta tierra,
los ojos no se esconden,
y son los del poeta
que buscan a las flores.
Las flores de los cielos
que asoman con sus broches,
en medio de las brumas
y nieblas sin faroles.
Lo hacen tiritando
con besos uniformes
que llegan a las almas
haciendo borbotones.
Las letras de la vida,
la sed de sus amores,
la eterna sinfonía
del mundo de los pobres.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/05/24