Aquellas tapias,
tal altas, del colegio,
aún las recuerdo.
Los muros negros,
oscuros, por la yedra,
y mal cuidados.
El edificio,
en forma de rectángulo
con aire ausente.
Y aquellas aulas
con mesas y pupitres
tan entrañables.
Hoy las añoro
y ansío aquellos tiempos
de mi niñez.
Pero han pasado,
igual que tantos años
y otros momentos.
Quedan rescoldos,
retazos y algún sueño
de aquellos días.
Y es que la infancia
perdura y se recuerda
siempre en el alma
Y aunque los años
de vida ya se apaguen,
los sueños vuelan.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/07/24