Acuérdate de mi,
decías en la tarde,
en una despedida
de voces susurrantes.
Tomabas aquel tren
subiendo el equipaje,
y luego, tu figura,
decía que esperase.
Sería solo un día
la fecha de este viaje,
volviendo, de mañana,
al punto del embarque.
Pero eran ilusiones,
las voces y las frases
que oían mis oídos,
estando en otra parte.
Sabía que marchabas
al mundo, donde el arte,
creaba las mentiras
de niños y de grandes.
En ellas se mezclaban
los tonos muy granates
con otros muy sencillos
fluyendo de la sangre.
Un miedo con mil sombras
pedía que te hablase,
dijera, sin palabras,
"amor, que te esperases"...
Acuérdate de mí,
dijiste en un instante
y el tren que te llevó
me hizo así, olvidarte.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/08/24