Abundan los payasos,
el mundo se divierte,
se animan las pupilas
y tiemblan los claveles.
El sol sale de nuevo
y anuncia que, hoy no llueve,
que es día de verano
con brisa del nordeste.
Y así queda contenta
el alma de la gente
que sigue en su proyecto
de playas, como siempre.
Atrás deja la aldea,
la huerta y los cipreses
y algunas campanillas
dormidas en los muelles.
Están en las cunetas,
también en las paredes,
y son como suspiros
de jóvenes rebeldes.
Por eso los payasos
se ven algunas veces,
y abundan, como digo,
igual que los percebes.
Y es que estos, proliferan,
siguiendo las corrientes
y están en los pilares
de muros con sus pliegues.
Amigos de las aguas
de rocas y de puentes,
de niños y mayores
con esos chistes verdes...
"...Abundan los payasos
que pasan y no vuelven
llevando hasta el poeta
los chismes a su mente..."
Rafael Sánchez Ortega ©
22/08/24