¡Cuánto te recuerdo
y añoro tu estampa,
con verdes colinas
y senda escarpada,
que fuiste reclamo
pasión y templanza,
de días y noches,
mi bella montaña!
Vete de mi lado,
no me pidas nada,
apura el recuerdo
que hacia ti me ata,
y asume el momento
que mi cuerpo pasa,
siendo irreversible
volver a tu escarcha...
Ha pasado el tiempo
y la edad avanza,
las fuerzas se pierden,
queda la nostalgia,
aunque tú me llames
y me ofrezcas agua
de la nieve fresca
que forma fontanas...
Porque nacen ríos
de la nieve blanca,
con suspiros tuyo
que con besos guardas,
y me ofrezcas rimas
sin decir palabras
con la brisa fresca
que me llene el alma...
¡Cuánto te recuerdo
mi dura montaña!,
con tu agreste cima
y corona plana,
donde me acogiste
y sentí tu calma
penetrar mis venas
y calmar mis ansias...
...Pero vas conmigo
y en mi andar tú andas,
por el verde otoño
y su senda amarga,
buscando en la vida
a la "dulce" Parca,
que asoma, a lo lejos
con su oscura manta...
Huyo de presagios,
vuelvo a la montaña,
quiero este presente
donde tú te hallas,
para estar contigo
y escuchar la nana
que me acerque y tome
la luz que se apaga...
Rafael Sánchez Ortega ©
27/08/24