De nuevo las nubes
abrazan el día
y siguen las sombras
durmiendo en la villa.
Así las aceras
y muchas esquinas
prosiguen los sueños
de forma tranquila.
Y pasan las horas
y el sol no se estira
sus rayos se ocultan
y el hombre tirita.
Se nota el otoño
y el frío del día,
en una mañana
silente y bonita.
Ya se abren portales
en casas y vidas
igual que en los parques
ya corren ardillas.
Se asoma el poeta
a la calle y vigila,
las notas que un arpa
da al verso y la rima.
Y nacen poemas
que el alma destila
formando ese néctar
que el mundo suplica.
Ya viene la aurora
y el sol nos avisa
con rayos fugaces
que emulan sonrisas.
Y vuelve la sangre
a correr por sus vías
y surge un poema
en nuevas cuartillas.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/11/24