Se va quedando vacío
el desván de los recuerdos
y ya se ven telarañas
por las paredes y techos.
Es un rincón venturoso
en donde duerme el silencio
y le acompaña utopías
con los retales del sueño.
Sueños que fueron creados
en diferentes momentos,
y con personas variadas
con sus sonrisas y miedos.
Y allí quedaron los días
con los segundos inciertos,
y las palabras sin nombre
que devolvieron su eco.
Hoy que, detengo mis pasos,
veo el desván que recreo,
y hasta retorno a esos días
con sentimientos diversos.
Puede sentir la alegría
y hasta el dolor del acero,
pero seguí caminando,
con el amor en el pecho.
Era la búsqueda amarga,
de la pasión y el deseo,
juntos, siguiendo la senda
que se perdía en el cielo.
Y así sentí que mis labios
balbuceaban "te quieros,
y recibían respuestas,
desde el silencio, con besos.
Era la etapa dorada
de juventud y aire fresco
que devolvía la vida
a quien seguía sus versos.
Porque el poema soñado,
estaba cerca, y no lejos,
y se prendía en el alma
y allí gritaba, en silencio...
Rafael Sánchez Ortega ©
01/01/25