Aunque el día acabe
y la noche llegue
tú vendrás conmigo
a pisar la nieve.
De las negras sombras
llamará la fuente,
con el grifo abierto
y su rezo breve.
Y hacia ella iremos
con el paso alegre,
la sonrisa austera
por el campo verde.
Beberán los labios
ese beso ausente,
con el agua fresca
que a la sed se lleve.
Y con ese néctar
bajará la fiebre
de la sangre altiva
y quizás ardiente.
Y seremos niños,
otra vez, si quieres,
juntando en la noche
los sueños pendientes.
Serán sin palabras,
rozando las sienes,
los besos, sin nombre,
de amor, en septiembre.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/01/25