Viajabas conmigo,
cuidando el silencio,
siguiendo mis pasos,
seguros y lentos.
Pasamos, sin prisas,
por largos senderos,
que llevan a casas,
lejanas y pueblos.
Las viejas aldeas
de tardes y cuentos,
surgían, de pronto,
venían a vernos.
Monólogo sordo
traían los vientos,
con tiernos suspiros
de lluvia y de hielos.
Praderas inmensas
veíamos lejos,
de un verde profundo,
sutil y muy nuestro.
Y allí, en lontananza,
ladraban los perros,
quizás avisando
de extraños a dueños.
¡Qué paz tan inmensa
gocé del momento,
llevando mis pasos
contigo, silencio...!
De todas maneras
la vida es un sueño,
y en ella soñamos
y amamos al tiempo.
¡Bendita la vida,
vivirla yo quiero,
y al tiempo escribirla
y plasmar lo que siento!
Rafael Sánchez Ortega ©
25/01/25