
Yo pude verla tarde, en la montaña,irse a dormir.Y disfrutédel cielo y sus coloresencantadores.¡Qué bello embrujollegó hasta mis pupilascon tanta magia!Quedé cegado,igual que lo fue Saulo,y suspiré.Era sublimela música, sin nombre,de aquel adagio.Porque, pensé,en dedos y batutasque dirigían.¿Quién era autordel cuadro tan sublimeque daba el cielo?"Tú bien lo sabes",me dijo en un susurro,la Voz amada.Rafael Sánchez Ortega ©26/09/25
