Hoy me pregunto que esconden los números, no son solo cifras, ni unos garabatos, ellos son perfectos, todo encaja, la perfección numérica podríamos decir que existe. 6+6 siempre sumarán 12.
Dejando a un lado las matemáticas, los números tienen mucho valor en cada persona, todos tenemos un número favorito, siempre decimos que preferimos los pares o los impares, hay ciertos números que relacionamos con personas o recuerdos.
Los números nos persiguen todos tenemos nuestro conjunto de números con una letra que llamamos DNI y los coche tampoco se libran de ser identificados con ellos.
Pero en la vida, a veces pienso que también podría ser así, tan perfecta como las matemáticas, que uno más uno siempre fuese dos, sin embargo en ocasiones dos personas unidas físicamente pueden estar muy separadas y sentir ambas esa hueca soledad.
A todos se nos han presentado situaciones en la que hemos querido sumar aspectos de nuestra vida como amistad, amor, trabajo, estabilidad queriendo que el resultado sea felicidad y no siempre se ha conseguido.
A veces hemos sumado ganas, entusiasmo y optimismo y el resultado ha sido el fracaso. A veces hemos querido sumar lugares y personas, estar en la playa con fulanito, después acabar eso que me queda pendiente del trabajo y al día siguiente excursión con menganito y lo único que hemos conseguido es dividir las fuerzas y no estar aquí ni allá entre tanta preocupación.
Me di cuenta que la vida es diferente a todo, no hay fórmulas, ni prospectos con efectos secundarios, ni manuales de instrucciones. La vida es improvisar, levantarse, intentar, luchar, ayudar, reflexionar. Pero sobretodo la vida es un misterio, tantos filósofos han intentado hallar la solución de la ecuación de la vida, la muerte, la verdad o la existencia de Dios. Pero nadie ha conseguido dar un valor a X, la vida es diferente a todo. Es lo más grande, bonito y valioso que tenemos. La vida es el primer llanto de un bebé, una sonrisa, un abrazo, un “te quiero”, un “eres el mejor”, una caricia.
Andamos tan preocupados en tener una buena casa, un buen sueldo, unos buenos estudios, una buena vida social… Pero a veces nos olvidamos que la vida está hecha de optimismo, agradecimiento, una buena compañía, una familia y sobre todo una buenos ojos y oídos para poder observar y oír todo lo bueno que nos rodea y muchas veces no apreciamos.
Mucha gente ve la vida como una montaña que hay que escalar o un camino que hay que andar. Estas más arriba de lo que crees, has andado más de lo que piensas, que el vértigo no te paralice, que el miedo no te ancle los pies. Quedan muchos prados y desiertos que atravesar pero que no falten las ganas de seguir.