Cómic a modo de diario de una chica de hoy en día y su relación con el mundo.
Cosas que sientes y no puedes contar... como un te quiero, así, de repente. Cosas que te dan vergüenza, miedo, pereza... como colgar la colada con los calcetines emparejados. Cosas que te hacen sonreír, reír, llorar... como un lunes cualquiera sin café y sin amor. Un mundo entero de detalles chicos y grandes que hablan de ti, de mí y de todos nosotros.
La Volátil, una treintañera con camiseta de rayas que ve el mundo muy a su manera: aquí está por fin, y ha venido para quedarse.
Tengo que confesar que pocos cómics han pasado por mis manos y la mayoría cuando aún era una niña: encubrí a Zipi y Zape y sus pillerías, entré a formar parte de la pandilla de Esther, degusté poción mágica de Panoramix y le proporcioné algún que otro disfraz a Mortadelo. Sí, fue divertido pero, no me preguntéis el porqué, fueron pasando los años y salieron de mi armario como lo haría esa prenda que hace años que no te pones y acabas regalando.
Primero me enganché a las publicaciones de Agustina en Facebook. Viñetas que SIEMPRE me robaban una sonrisa. Y luego supe que quería más y concentradito, y fue entonces cuando Diario de una volátil cayó en mis manos.
La volátil es una treinteañera del montón y a la vez una hipérbole de cualquiera de nosotras, y ambas características son clave para conectar con el lector: podemos sentirnos identificadas con ella y a la par divertirnos con sus tribulaciones y aventuras gracias a ese punto exagerado.
Soñadora, insegura, entusiasta... IMPERFECTA y ahí reside su éxito.
Una prenda que seguramente tenga un público mayoritariamente femenino pero que creo podría sentar igualmente bien a un hombre. ¿Alguno en la sala que se la haya probado? :)
Llegados a este punto ya os podéis imaginar que recomiendo, sin duda alguna, disfrutar del calor que regala este tejido.