Hoy, en este uno de este dos en el 2012, ha llegado el nueve. 29.
Es ahora la mitad del día y afuera el sol en Bogotá ya alumbra.
No hay lágrima que caiga ni la luz del alma se ha hecho penumbra.
El río es claro y es el tiempo, que corre a toda, un suspiro breve.
Ah veo de reojo un pelo menos en esta cabeza de poco relieve,
una arruga que entre cortinas invisible pronto hará su entrada.
Ahora quieren aflorar barrigas derretidas por tanta cucharada,
porque casi llegan los tiempos de la fiesta corta y el licor leve.
Habrá que correr un poco más. Sudar bajo el cielo mientras llueve.
O quizás entre hierros suspirar y aspirar y hacer de todo un vegetal.
Que ya la sombra de la queja constante y la llamada final y letal,
viene fría y cercana a mi encuentro como una tormenta de nieve.
Pero me queda la alegría y soy feliz en esta barca que me mueve.
He aprendido un poco a mejor caminar liberando algo de la carga.
Y con lo que amo y me ama jamás habrá adelante agua amarga
pues no hay número infeliz ni nada duele en este mi año veintinueve.