A cántaros infinitos.

La Historia solamente ha manipulado a quienes permanecieron sordos ante los gritos de los gansos (y las ocas) , que acallaron los gritos de tantos muertos aullando vivos y solos ante aquellas víctimas e insolentes cámaras de gas.

Desde aquel silencio que pudo, y sigue  justificando toda ignonimia humana, cerrando los ojos, sentado en su pulcro sofá de seda, mientras justifica cualquier autoengaño para que nada ya le duela más allá de su ego, ya nada me sorprende.
Las estatuas también mueren.
Y dejé de creer en Dios, y en el ser humano y en todas sus nimias grandezas, cuando vi las piedras sonar y retumbar en mi tumba, y sin pretender haber pretendido otra cosa desde que nací, que lograr sobrevivir .