Eres viento que sopla y me aleja (sigue alejando) de ti. Hace tiempo que no sé medir distancias porque cualquier distancia es pequeña comparada con la que hay entre nosotros. Yo soy X y tú eres Y. Y te juro que de aquí no van a salir sistemas de ecuaciones que aporten soluciones. Porque odio las matemáticas y te odio a ti. Y porque soluciones es una de las millones de cosas que YA NO tenemos. Y tiene gracia que seas Y. Porque podrías ser casi todo el diccionario y sin embargo, no Y. Podrías ser Angustia, Basura, Catástrofe, Culpa, Decepción, Egoísmo, Fallo, Golpe, Horror, Ira, Nervios, Odio, Pánico, Rabia, Rencor, Superioridad, Tristeza, Venganza. ¿Ves lo que has hecho? Te has aliado con el tiempo y con él le has ido dando patadas a mi diccionario que ahora solo sabe hablar mal de ti. Y ahora también odio la lengua. Y la historia, porque si pienso en la nuestra empiezo a temblar. Odio todas aquellas cosas que en su día amaba por tu mala participación en todas y cada una de ellas. Porque odio todo aquello que te implique. Odio escribirte, pero si no lo hago, temo acabar odiándome a mí, porque si no te escribo, terminaré llena de odio y eso implica estar llena de ti. ¿Y entonces de qué servirían todos los caminos de huida que he dibujado a lo largo de tantos años en este mapa? ¿Y sus manchas de café de tantas noches sin dormir?
Hoy traigo una entrada muy especial para mí, cargada de verdad y sentimientos a flor de piel. La persona a la que va dedicada esta entrada es, desgraciadamente, la causa de mis grandes ausencias en el blog; y, afortunadamente, de que yo necesitara huir y creara el blog hace ya algo más de cinco años. Estas últimas semanas he tenido la oportunidad de gritar(le) todo lo que hasta ahora me callaba, y creo que nada define mejor esos gritos que este suspiro que os dejo. ¡Aprovecho para deciros que el día 25 seré por fin mayor de edad! Abrazos infinitos. Desgarrando la garganta, M.