Revista Literatura

A imagen y semejanza de Dios, más o menos

Publicado el 21 julio 2011 por Migueldeluis

Creemos al hombre a nuestra imagen y semejanza -ordenó el Santo a sus ángeles.

Y sus ángeles quedaron estupefactos. Porque claro, Dios podía muy bien modelar arcilla y sacar de allí un alma, pero el encargo de meter la Semejanza de Dios en el hombre se lo dejó a sus ángeles. Y éstos tuvieron un pequeño problema técnico: la semejanza de Dios no cabía en el hombre.

Lo intentaron, vaya sí lo intentaron. El pobre San Rafael, de lo que sudó, hizo nacer un río. Intentaron introducir la Semejanza por la cabeza y algo quedó. Hicieron luego una prueba por el corazón, pero tampoco. La Semejanza de Dios quedaba infinitamente afuera.

Al final, San Miguel, sacó su espada ígnea y de un certero tajo, cortó la Semejanza donde asomaba por el cuerpo de Adán. Como eso bastó para que Adán cobrara vida, a todos los ángeles les pareció muy bien. No preguntaron su opinión al Altísimo para, y cito, no molestarle. Desde entonces los ángeles han estado haciendo lo mismo cada vez que nace un bebé.

Quizás por eso los humanos seamos tan aficionados a los apaños.

Pero lo importante es recordar que hay algo divino en todos, que cada uno y una tiene su pedazo de la Semejanza, que es absolutamente diferente a todas las demás y, sin embargo, sigue siendo el trozo desgarrado de un Todo.

Dale tu ser al mundo. Nadie más puede hacerlo.


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