Qué frescor aquí junto a los olivos tiernos, junto a los tiernos álamos.
Aquí, a la orilla de senderos escritos de lluvia y huella, junto a las flores temblorosas, erizadas de frío, mendigas de un sol de invierno.
Mejor aquí, lejos, de aquel impersonal dominio. Mejor, a la intemperie agria de la vida que vivir al abrigo de un retazo artificial del cielo.