Parece que hubiera en el universo un equilibrio universal que rige nuestros designios buscando el balance entre el bien y el mal, entre la plenitud y el dolor, entre la alegría y la tristeza. LS6, mi primera novela, nos habla precisamente de eso; del equilibrio universal, de la proporción aurea que existe en todos los procesos naturales, de que no se puede ganar algo sin haber perdido antes, o después, algo aún más valioso. En el instante que me comunicaban que, precisamente, LS6 había sido la novela más votada en el Festival du Premier Roman de Chambéry, me confirmaban desde el domicilio familiar en Zamora que mi tía Tere, la persona adulta que mejor me comprendía cuando era niño y adolescente, la liberal, la inadaptada a su tiempo, la rebelde, la polémica, la carismática, la rompedora de esquemas clásicos y catolicismos nacionales, tenía las horas contadas. Un tumor operado a su tiempo se reprodujo silenciosamente en su vientre hasta que fue demasiado tarde para hacer nada. Ella nunca llegó a saber que se estaba muriendo y cuando la sedaron para morir en paz, pensó que, simplemente, se encontraba mal, tan mal como de costumbre, pues su vida fue un suplicio de dolores, enfermedades y desencuentros emocionales. A pesar de ello, nunca perdió su chispa ni su sentido del humor y la recordaremos por sus inolvidables e inteligentes críticas a la sociedad que le atosigaba y al egoísmo de la misma, algo que la convirtió, por derecho propio, en un personaje popular y querido en la ciudad de Zamora. Mis obligaciones laborales y la distancia geográfica no me otorgaron el tiempo suficiente para verla despierta y desde entonces cargo en la conciencia con un peso de culpa que descargo en el deber y la responsabilidad que genera la estructura laboral de la sociedad contemporánea. Otros, los más viejos del lugar -ellos saben más de estos temas-, resumen todo con un “así es la vida”. Y quizá tengan razón, ya es hora de ir asimilando este constante choque de opuestos, estas emociones contrastadas. Porque a partir de ahora, es lo que nos espera. Descansa en paz, tía Tere, allí no tendrás dolores.