Solo iba a buscar lo que me faltaba, tenía que volver para irme de viaje. Diez días de campamento. La puerta con mis cosas estaba terminando el pasillo donde estaban las dos salas de clases y donde justamente, estabas tú. Si tengo que confesar; yo no lo busqué y no sabía que él iba a estar ahí.Caminé como si no me atormentara ningún recuerdo con su presencia, estaba sacando mis cosas, como un casillero de secundaria de película gringa, era solo un trámite; obtener las cosas e irme, pero cuando junté la puerta, estabas ahí, mirándome como si nunca hubieses deseado ignorarme.
Podría encomendarme a todos los santos existentes del planeta para pedirles con todo el favor de Dios que cuando te vea no sienta nada y es imposible. No hay recuerdo mas latente, que su boca y su piel. Debieron ser siempre un pecado. Es más yo creo que cualquier recuerdo de él, debe ser un pecado.
—Te he estado buscando—¿Ah sí? ¿Cómo para qué?— Esa pregunta no era idiota, no entendía por qué podría buscarme, siempre me había estado ignorando, desde que acabó, desde que tengo memoria, desde que él dejó de doler.—Bueno, tu sabes cuál es la verdad y yo ya no aguanto más, creo que debemos intentarlo— Me dijo, como si todos estos años hubiese estado reprimiendo todo lo que había sentido.
Yo sabía que los pocos meses que estuvimos juntos, habían sido nuestros mejores meses de la eternidad. Sabía que su piel y su boca me acompañarían siempre, sabía que era una obsesión, pero sin duda era la mejor obsesión de todos los tiempos.
—Ya lo creo— Mientras terminaba de cerrar el casillero, que era como un closet, en la parte mas absurda del universo. Me hacía un poquito la importante.—Ya sabes donde vivo— Le dije y le sonreí, mientras terminaba con mis cosas. Era el paso a abrirle nuevamente mi vida y un pedazo de corazón.— pero en diez días, en diez días regreso a Chile—Dije esto y no pude evitar acercarme a él como la primera vez y besarlo, con ese mismo nervio y la misma intensidad. Su boca me estaba llamando, y no podía dejar pasar diez días para eso. Él me trastornaba, definitivamente.
El problema venía ahora. Yo, con mi vida resuelta, al fin con una relación medianamente normal, con un hombre que no me ha hecho daño, que es lo mas perfecto que puede hallarse entre lo imperfecto, iba caminando de la mano de él, del pasado, quien el mismo tiempo me explicaba que ”eso si”— No me puedes cambiar— deseando su boca, invitando a verlo en diez días y con la solución a la vuelta de la esquina. Tendría que optar. Tendría que terminar y la verdad, no sabía si eso era lo que quería hacer.