Mr. Froy subió por el camino de Caliao. Al pasar Coballes, vio la iglesia que había construido su bisabuelo, reformada ahora en vivienda. El camino era de abedules con liquen, de vértebras calcáreas. Paró en La Encruceyada, junto al puente débil y el tendal en la sebe. No notaba quién era, pero sí dónde.