Revista Talentos

A propósito del aniversario de la patria

Publicado el 06 agosto 2012 por Perropuka
A propósito del aniversario de la patriaUn 6 de agosto como hoy dicen que nació la patria. Unos se cansaron de morir en mil batallas durante quince años, pero otros se llevaron la gloria. Como Bolívar que sin desenvainar la espada se ganó el honor de que la república emergente llevara su nombre. Otros, como los hermanos Lanza, no tienen ni una provincia con el suyo, salvo algunas escuelitas rurales, que es lo mismo que el olvido. Estamos de fiesta, rumbo a los dos siglos de independencia de un país que no termina de nacer. La tricolor cuelga de las ventanas y balcones, y sus réplicas miniaturas acompañan los retrovisores de los micros y taxis. El nuevo estado plurinacional ha llevado su desfile de honor prefabricado, esta vez a una ciudad altiplánica, como cada año rotando el show por cada ciudad capital. Todo sea en bien de la integración nacional, se dice. Fácil es integrar el país por aire, llevando gente de todos los rincones en aviones de transporte militar. Si hay que llevar gerifaltes en uniforme de gala no hay problema, pero a diferencia de antes, se los hace desfilar secundados por escuadras aguerridas de ponchos rojos, indígenas emplumados y una buena cohorte de mujeres bartolinas, a los que en conjunto se los denomina el Estado Mayor del Pueblo. Y luego pasan los carros acorazados, y si tuviéramos misiles como los norcoreanos los pasearíamos. Qué mal que no tengamos aviones de combate para presumir con sus humos de colores y la fiesta sería total. Como en un carnaval, variopinta a más no poder. ¿y de dónde sale el dinero para trasladar a tanta gente y montar semejante parafernalia patriótica?. “Patria o muerte” es el grito alquilado de un guerrillero que el presidente Morales -y capitán general de las FFAA- exige a la guardia de honor al comenzar los actos de celebración. “Patria es pensar 365 días al año en recuperar el mar cautivo” dice el eslogan de la radio más oída del país. Y yo como sólo pienso en la mar -sí, con cariño- cada vez que me acuerdo de las playas de Mallorca, debo de ser el peor de los patriotas.  En el día de la patria, nada es suficiente, todo es bienvenido, desde concursos en línea para adivinar los años que cumple la abuelita llamada Bolivia hasta la degustación de platos típicos: en estos días, muchos chavales de ciudad se enteran de que el chuño no florece, que solo es papa deshidratada. Durante una semana, todos los programas de televisión, desde los noticieros serios hasta los programas de los adivinos del más allá, lucen escarapelas en las solapas y banderitas animadas como logotipos en pantalla. Algunos conductores son tan originales que se han vestido con trajes de danzas típicas, como si no bastara que cada fin de semana nos topemos a menudo con una fiesta patronal en cualquier población. Patria es marchar en recua o armar barricadas en las calles por nuestros intereses mezquinos obedeciendo a reyezuelos de barrio. Patria es apoyar a muerte a la selección de fútbol aunque vaya al fondo de la tabla de clasificación. Patria es afirmar rotundamente que nuestras músicas, nuestras comidas, nuestras danzas, son las mejores del mundo; los demás países no tienen imaginación o son imitadores de pacotilla. Patria es bailar en una entrada folclórica por lo menos una vez en la vida en nombre de la Mamita o virgen María. Patria es oír hasta el cansancio canciones melifluas que dicen que “la patria es el sol que nos alumbra, el aire que nos refresca, es la cabaña grotesca” y otras perogrulladas paisajísticas. Por cantar estos versos superfluos se puede llegar al Senado, como ya ha ocurrido. Patria lo es todo, desde colgar banderas en la ronquera hasta cantar el himno nacional con el puño en alto. Desde acudir a verbenas costumbristas hasta participar del desfile cívico-militar con el mejor traje. Desde que somos críos de kínder hasta que nos convertimos en burócratas jubilados. Una vez al año ratificamos con vehemencia nuestro sentido de pertenencia a esta tierra, pero los otros días del año, nos ponemos zancadillas los unos a los otros hasta el extremo de bloquear una carretera para exigir el ensanche de la misma. Marcha con contramarcha, así nos combatimos. Y cada 6 de agosto llamamos a la unión nacional y a trabajar por el país. Con discursos al viento hacemos patria. Qué quieran que les diga. Yo entiendo el patriotismo –parafraseando a don Javier Marías-por la vía negativa. Que un compatriota obtenga reconocimiento internacional, me alegra por él pero no me toca. Pero sí me avergüenzan las necedades y el comportamiento chabacano de la gente que dice representarnos. Cada vez que nuestro país es fuente de noticias por hechos grotescos, brutales, absurdos o extravagantes, no sé si echarme a reír o esconder la cabeza como los avestruces. Con tanta desfachatez e ignorancia supina comandando el nuevo orden de cosas, sólo puedo ser testigo de que el mundo se está riendo de nosotros o sintiendo lástima. El día que dejemos de depender de los parásitos,  demagogos milenaristas, majaderos y mamarrachos que gobiernan este atormentado país, ese será el verdadero día de la independencia y yo seré el primero en celebrarlo. Pero pensar así es quizás moverse a autoengaño. Quizás ni en mil años. Mientras tanto podría asumir con aire olímpico que todo va bien, salir a la calle y farrear hasta el amanecer como que no pasa nada. Todo en nombre de la patria. O canturrear con voz rota como Joaquín Sabina: la clavícula, el cráneo, la papada/el clítoris, el alma, las cosquillas/ esa es mi patria, alrededor no hay nada.          

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