A mí me parece congruente que las instituciones religiosas no aprueben el matrimonio entre personas del mismo sexo, y por tanto, que sus ministros no casen a parejas homosexuales. Que pretendan que en un Estado laico se legisle a partir de sus principios también me parece, en cierto modo, congruente de su parte, aunque inaceptable para ese Estado laico. Que para conseguir sus objetivos sean capaces de emplear recursos viles es otra cosa, y me parece nefasto. Ya lo había dicho antes, pero las declaraciones del cardenal Norberto Rivera [leer AQUÍ] me motivan a repetirlo.
Si para una comunidad religiosa, Dios dice que algo está mal y no debe suceder, harán bien sus voceros en dar el recado de Dios al mundo. Es de esperarse que digan cómo lo saben o por qué afirman que "Dios dice". Normalmente se remitirán a un libro sagrado, a la revelación o a la inspiración divina. Creo que la libertad de hacer eso debe respetarse y cuidarse, aunque pensemos que no hay un Dios, que Dios no dice eso o que no importa lo que diga -yo sí creo que hay un Dios y soy cristiana-.
Lo que no se vale es disertar públicamente en posición de autoridad sobre temas de los que se es ignorante, y manejar la información de manera evidentemente amañada.
Silvia Parque