Debo haber tenido entre los diez a doce años cuando leì mis primeros libros de Ray Bradbury. Ya saben, 'Las doradas manzanas del sol', 'El paìs de octubre'... esos.
No recuerdo en cuàl de esas colecciones de cuentos venìa uno titulado 'Conflagraciòn en la casa grande'. Un tìtulo extraño para un cuento màs extraño aùn. Nada de viajes espaciales, ni futurismo, ni magia, ni fantasìa. Un cuento de lo màs realista que, entonces, me pareciò como incrustado a la mala entre los otros relatos.
'Conflagraciòn...' trata de una revuelta popular. La gente del pueblo cercano, al parecer pasando por malos tiempos, ve como su gran enemigo la mansiòn palacio allà en la colina. Deciden entonces que lo mejor para mejorar su situaciòn es ir con antorchas e incendiar a completo la elegante mansiòn.
La enfurecida turba, alentada por unos lìderes con excesivos grados de alcohol en el cuerpo, rodea el palacio e insta a sus ocupantes a dar la cara. El anciano solitario que vive allì abre la puerta y, sobrepasado por el griterìo, concuerda con que la casa sea quemada. Pide solamente un favor: que antes de incendiarlo todo le permitan mostrarle a la gente lo que la casa contiene.
Asì, en las pròximas horas, el anciano lleva a la gente por salas y pasillos, contàndoles sobre cada obra de arte, sobre cada paisaje antiguo de la regiòn, sobre las esculturas hechas por artistas locales. En la bilioteca les muestra la colecciòn de obras escritas desde hace siglos por granjeros, soldados y poetas de la zona... en fin, un increìble museo que ha mantenido las vidas pasadas, las historias, el arte y los sueños de los habitantes del lugar.
La turba, ahora en silencio y con las antorchas apagadas, va por la mansiòn observando cada rincòn y preguntando. Por supuesto, no queman la casa. Regresan al pueblo hablando quedamente entre ellos y prometiendo volver... de dìa.
A los diez o dece años 'Conflagraciòn...' me pareciò un cuento extraño, metido en una colecciòn de relatos de fantasìa y ciencia ficciòn. Ahora no tanto. Lograr que el intolerante, el agresivo, el destructor, se detenga, reflexione y cambie de actitud es, quizàs, fantasìa.