Pensé que esta semana sería tranquila, pero está visto que lo de la publicación en Amazon no deja en paz a nadie. Y no lo digo por mí, que en paz estoy y en paz os dejo, (cada vez que puedo); lo digo porque me pasaron un mensaje con el enlace al blog de un escritor llamado Miguel Ángel Moreno. ¿Les suena de algo? por si no lo saben ha publicado seis novelas por una editorial de carne y hueso, o lo que es lo mismo: de tinta, papel, tipógrafos, maquetadores, correctores, editores y pare de contar.
Él plantea en su blog que Amazon está inundado en su mayor parte por escritores que no saben escribir, y que como último recurso han apelado a Amazon para publicar sus obras porque fueron rechazados por las editoriales. Debo reconocer que tiene mucha razón, aunque no siempre los rechazos son porque las obras sean malas, también influye el que las editoriales no desean arriesgarse motivadas por la crisis que invade al sector y a toda España en general.
Como acostumbro hablar motu proprio procuro no generalizar con el conocido "pensamos, somos o creemos", quiero referirme a mi propia experiencia. La última editorial por la que publiqué, que debía ser la que publicase mi siguiente novela, rechazó El manuscrito 1 El secreto. ¿Motivos? Parece que estaban pasando por malos momentos, o tal vez la obra no les agradó, pues sé que para esa misma fecha aceptaron otras. Yo había publicado en Amazon mis novelas libres de derechos digitales: La búsqueda y El legado, así que decidí dar una oportunidad a El manuscrito porque confiaba en mi obra. Y no me equivoqué, aunque parezca presuntuoso de mi parte decirlo, pues poco tiempo después justamente la novela que no había sido seleccionada por una editorial ocupaba los primeros puestos , tanto en Amazon.com como en Amazon.es. Hoy Ediciones B la tiene y está haciendo una gran labor de difusión, la ha editado no solo en todas las plataformas digitales sino también en papel y se vende en varios lugares del mundo.
Así como me sucedió a mí pasó con otros escritores, algunos ya habían publicado por editorial, y otros era la primera vez que lo hacían, y creo que la tendencia, aunque con un poco más de cautela, sigue siendo esa, captar escritores que tengan libros no solo en las primeras posiciones, sino con buenos comentarios. Y a propósito de esto, es cierto que algunos de los que se vierten en Amazon pertenecen a los amigos del autor, pero la mayoría son de personas que no los conocen de nada. Algunos se podría decir que dejan comentarios tan nefastos como para hundir la obra, así que puedo decir que no hay nada más valiente que enfrentarse a la multitud de lectores de uno y otro bando a la que se verá sometida. Se debe ser valiente para publicar en Amazon, para soportar las críticas, los codazos, y por qué no, las envidias de otros escritores que también publican en esa jungla.
No conforme con eso debo soportar el que algunas personas digan que saturo los medios como Twitter y Facebook con la promoción de mis libros, ¿A quién daño? ¿A quién obligo a seguirme? No comprendo por qué no puedo publicitar mis libros en un medio en el que todo el mundo habla de lo que quiere.
Me ha llamado la atención el artículo del blog de Miguel Ángel Martínez porque no es el único que se dirige a los autopublicados con cierto desprecio, hay unos cuantos que por haber publicado con una editorial parece que han cogido ojeriza a los autopublicados. Miguel Ángel hace un análisis estadístico de los libros que ha leído de Amazon y según él la mayoría no pasa su criba. Puede ser muy cierto, como dije arriba, pero es algo que no debería preocuparlo, pues los autoeditados no le hacen daño ni le restan lectores, ¿A qué viene tanta angustia? Las cosas caen por su propio peso, llegará un momento en el que los escritores malos, malísimos se darán cuenta que han equivocado el camino, y, o dejan de escribir o aprenden a hacerlo.
Él también se refería a la pésima maquetación de algunos libros que tuvo oportunidad de revisar, y yo desde aquí le digo: ¿Ha revisado usted los libros que tiene en Amazon? Porque también los tiene, y como consecuencia de su artículo me picó la curiosidad y quise leer la muestra de uno de los suyos. Cuál no sería mi sorpresa al encontrar desde la primera página un error garrafal en la maquetación: los guiones que separan las frases al final de la línea se encuentra regados por todo el texto. Y solo me fijé en los guiones.
La palabra es libre, y también ver la viga en el ojo ajeno y no la paja en el propio.
¡Hasta la próxima, amigos!
B. Miosi