A ti que ya escribes

A ti que ya escribes en tus jóvenes años, me gustaría decirte que no escribes bien para tener trece años. Escribes bien y punto.

Y por eso mismo te toca aprender.

Los éxitos demasiado tempranos son peligrosos. Da mucha alegría que hablen bien de ti, pero es muy difícil resistir la tentación de creerse que ahora es solo cuestión de práctica, que te hace falta menos la teoría que a otra persona cualquiera.

Es justamente lo contrario.

Otra persona cualquiera solo necesita aprender lo justo para hacerse entender y, si acaso, conseguir cierta elegancia y una voz propia. Pero si buscas la belleza y aportar algo a este arte necesitas elevarte sobre los gigantes que han escrito antes. No tienes mil vidas con las que repetir sus esfuerzos. Te toca aprender de ellos.

Y no te baste con el arte literario y las cosas de la lengua. Si quieres tener algo que decir, algo que merezca la pena escucharte, debes buscar tesoros por todas partes, en libros viejos y nuevos, en las matemáticas, la filosofía y la física, como también en la pintura, la música y los cuentos. Nada es demasiado bajo ni demasiado alto para el artista.

Y después de los libros te darás cuenta de que son solo el pórtico de un mundo muy extenso, o, si quieres, un libro no es más que un pequeño hogar donde meditar lo verdaderamente vivido. No se puede vivir en los libros, pero a quien vive le permite extraer mucho más de la vida. Lee, pero que la lectura no te impida vivir, sería como quien se pasa tanto tiempo coleccionando aviones que nunca tiene tiempo para despegar.

A ti que ya escribes bien, te toca vivir bien. Además de respirar arte, deberás respirar de las experiencias de tu propia vida. Haz cosas, sal al mundo, sonríe, escucha, dialoga, aprende y emprende. Fracasa y vuelve a intentarlo.

Si así lo haces, la humanidad se alimentará de tus palabras.

Foto CC –by –nc Amanky