La disonancia de lo infinito,
la inquietud del deseo,
la trascendencia de la nada,
la constancia de lo imposible,
la ingravidez expectante de la ansiedad lúdica.
La levedad de lo tangible,
la incógnita del universo,
la intriga del mas allá.
Los enigmas egipcios,
la impaciencia del alquimista,
y la sinrazón de la pesadumbre...
se desvanecen ante la sabiduría
del que te sorprende
con la majestuosidad de un "Te amo"
en el amanecer.
Y a tiempo.