Preparé café y, con la taza entre mis manos, me senté frente a la ventana.
A través del cristal yo observaba al infinito, sin hallar más respuestas que preguntas ni más valores que cuales agonizaban frente mis propios ojos. El café enfriaba lentamente, yo no podía hacer nada más que esperar a su muerte en el expiro de un último beso al atardecer.
El aire corrompido invade mis entrañas y me cuesta respirar. La humanidad alza prisiones de papel mientras grilletes de acero aprietan fuertemente sus muñecas y agoniza la realidad, dejando mentiras en su lugar. Las palabras se las lleva el viento y se escribe en papel mojado, la razón se pierde entre las ramas…
El mundo es de cartón piedra, la vida un mero sueño que creemos como real. ¿Y las estrellas? Reflejos de nuestra soledad…
A través del cristal yo observaba mis manos. Manchadas de sangre sin empuñar un arma, pintadas con muerte sin haber consumado el asesinato. El café se calentaba lentamente y el vidrio reflejaba lo que mis ojos cerrados querían ocultar.
Víktor Valles