A veces nos llega una primavera perfumada de otoños...
A veces la escritura se baña de púrpura y de lunares.
A veces la llama de la incertidumbre se apaga con una lágrima certera, si apunta bien al fuego del abismo.
A veces tu mirada no me basta y necesito de esos otros ojos que me buscan. A veces los rascacielos ocultan las ramas de tus brazos que me arraigan a la savia de la raíz a la que pertenezco... onírica...
A veces los libros suenan a letras cuando el lector de tus labios pronuncia un hipérbaton en la lengua herida de esta marca páginas que no encuentra la página aquella que a fuerza de perderse en las estanterías, nos escribimos aquel día.
A veces me es imposible llorarme en ti y crecerme bajo esta lluvia pupilácea en ese futuro que le arrancas de cuajo a un pasado, que de tan nuestro, brota semillas en este presente en el que te escribo. Y ni sé quien soy... invento, imagino... escribo, y sin saber quien soy te beso en las lunas de un octubre.
A veces la manta de las olas se diluye en nuestro espigón estampándonos sus realidades.
A veces el discurso de los mendigos nos pide la limosna de todos nuestros te quieros mancos, que bajo manga, dejamos en su manta como un relicario de emociones, a los que los maderos se llevan a sumideros de corruptas ilusiones.
A veces, la palabra, es tan corta, que cuando te digo te quiero, resuena en el pico de las palomas roncas, y en su zureo, tu voz, cuando en la barandilla de mi balcón, llegan aleteando, y torpes en mis labios, i ndecisas, y trémulos mis recuerdos, éstas, los llenan con tus/mis versos...
de sonetos y epílogos volátiles por escribir,
que se llevará el viento...
A veces... Sucede que me siento mujer... como Neruda u otros hombres se sintieron hombres, porque siento la Humanidad... como cuando se sintió el poeta hombre... y me sentí/siento yo mujer.
Y es que me siento universal en este poema... hombre/o/y/mujer qué más da...