Revista Literatura
A veces robo cosas - parte 4: Meditaciones para mi nieto mayor
Publicado el 27 septiembre 2011 por OtonosMEDITACIONES PARA MI NIETO MAYOR
ENRIQUE OBREGÓN VALVERDE ABOGADO [email protected] 12:00 A.M. 27/09/2011
No te preocupes demasiado por la vida; a la vida, déjala pasar. La vida es, la muerte será. Piensa en lo que es; lo que será nada tiene que ver contigo.
Si sabemos entender y apreciar la claridad, comprenderemos que la vida es luz, que es lo que reflejamos al mirar con afecto a quien nos mira. Todo resplandor tiene por origen la energía alada de la eternidad. Como el vivir se lleva por etapas, cada época tiene su quehacer. Por eso el joven debe vivir como joven, y el viejo, como viejo. Lo que nos sucede todos los días es lo único importante de nuestra vida; algunos no lo creen, cabalmente, por suceder todos los días.
La muerte.
No te afanes por las riquezas o el poder. La muerte está más cerca del palacio que de la humilde vivienda. Y tampoco te preocupes por la muerte; a la muerte, déjala vivir. A lo incierto hay que temerlo con razonada inquietud. Quien dice que no teme a la muerte se parece al que sostiene que no cree en Dios. La reiterada negativa confirma lo contrario. El que vive permanentemente pensando en la muerte nunca entendió que nació para vivir, que es la energía palpitante de la naturaleza.
La eternidad.
En tus manos y en tu espíritu está tu eternidad. Solo tienes que hacer el bien y llevar a cabo una obra que te pueda trascender. Tú serás tú en el recuerdo o no serás nada. Sócrates fue solo la exposición, palabras que no escribió jamás. Pero lo recordamos porque estuvo cerca de los hombres y cerca de Dios.
La función de los ojos es mirar lo que los ojos no pueden ver. Y de la palabra, lo que la palabra no puede expresar. Pero solo los poetas tienen capacidad para penetrar las palabras, para darle significado al silencio que ellas retienen avariciosamente. El hombre hereda un principio de eternidad; para lograrla, debe conocer lo que es. Tú solo eres lo que estás siendo, por eso siempre debes actuar correctamente. Para cada cual, su verdad es lo que le está sucediendo. Lo demás es especulación, que puede ser verdad o puede no serlo. Aprende a escuchar al que guarda silencio; la ausencia de palabras podría ser elocuencia total. Lo dijo Lao-Tse: “Me gustaría hablar con el hombre que haya olvidado las palabras”.
Mientras no tengamos conocimiento total del cosmos, no podremos considerarlo como una máquina exacta sino como un pensamiento, quizá como una duda. El tiempo sobrevive en eternidad, tal vez porque tiene la buena costumbre de llevar sobre sus hombros la misteriosa idealidad. Si tienes interés, por el tiempo descubrirás la belleza y el amor.
El ocio.
Aprender a retirarse oportunamente (a recogerse en sí mismo) es parte de la sabiduría adquirida a través de los años, siempre y cuando se entienda que es para disfrutar del ocio. A una avanzada edad, el desvelo de los hombres no debería ser por el trabajo, sino por aplicar la energía que les queda al orden racional de la existencia.
Afirmar que a los ochenta años podemos seguir siendo jóvenes es una piadosa mentira para engañarnos y engañar. El viejo, o vive como viejo o no está viviendo. Y el que vive como tal sabe que no le queda más que el ocio, ese maravilloso espacio del fin de la vida que le puede permitir, si lo entiende, terminar su paso por este mundo sintiéndose relativamente feliz.
Quien llegó a la vejez y continúa trabajando, ha pasado por encima del gozo de vivir al no haber entendido que a esa edad, la vida solamente ofrece ocio. Nunca tuvo la sabiduría para acercarse a la tierra y escuchar a la hierba, que al nacer, canta dándole gracias a la naturaleza al sentirse parte del ciclo eterno de la vida. La obsesión por el trabajo, en la ancianidad, no es virtud sino enfermedad espiritual.
La felicidad.
Vivir feliz es pensar bien; la vida buena parte de ese pensar. Para ser feliz se necesita recibir cariño, pero solo recibe cariño quien lo da. Respeta las normas de la naturaleza y encontrarás felicidad, que siempre es relativa. Pero ¿en qué consiste la felicidad? Pregúntales a cien sabios y obtendrás cien respuestas diferentes. También le podrías preguntar a Dios si es feliz, pero es una irreverencia. Por mi parte, te digo: feliz será quien tenga capacidad para hacer fácil y sencilla su vida.
En cada partícula está el origen y el fin. Además, el impulso para seguir existiendo. Tú eres el final de los que te precedieron y el principio de los que te sucederán. Un pequeño puente entre lo que fue y lo que será.
Razón y fe.
La razón es un descubrimiento que hacemos en una determinada etapa de nuestra vida. Entonces, cuando la encontramos, comprendemos que hasta la fe debe ser razonada. Quien no tiene un concepto de Dios no puede entender el fundamento de su fe. Se puede adquirir fe a través de la sabiduría porque es un puente entre los hombres y la eternidad.
Nunca pidas nada ni a los hombres ni a Dios; si actúas correctamente todo lo recibirás. La única fuente de riqueza es el bien. Finalmente, no te quieras demasiado. Olvídate de ti y piensa con amor en los demás.
Tomado de: http://www.nacion.com/2011-09-27/Opinion/meditaciones-para-mi-nieto-mayor.aspx