Solo el viento podría escucharme silbando, en este instante,
añeja de ausencias,
abandonada en espacios mentirosos
y agotadoras penas,
testigo de todos mis absurdos,
cual Molino incesante triturador de esperanzas.
Tras la costura del traje que se rompe
siempre tu, como descarga eléctrica,
desafiando el infortunio,
preñando mi conciencia de crepúsculos
de imágenes jadeantes,
que finalmente respiran sin risa.
Manos que palpan en la oscuridad,
pero en los ríos de la historia
no se registra mi nombre
En este silencio que te nombro,
al que te convoco,
son solo anhelos,
como las hojas secas cuando las sopla el viento
¡Despercha tu traje del absurdo!
Doris Melo