Revista Literatura
–Nuestros mismos ojos, ¿te has fijado en los del nuevo doctor?
–Ya lo creo, es realmente asombroso.
–El mismo tono de verde, idéntico a los nuestros.
–Sí, sí, verde esmeralda con moteado marrón...
Era la primera vez, en su vasta carrera como terapeuta, que se encontraba con un caso de amigo imaginario en edad adulta y, para más inri, daltónico. Conviene aclarar que los del galeno eran negros. Tomó cientos de notas en su libreta. Quería plasmar todas sus observaciones sin perder detalle. Quedó fascinado con su paciente…
Al finalizar la sexta sesión, a pesar de intentarlo, no era ya capaz de distinguirlos.