Revista Talentos

Ablactación con inspiración del método "baby led weaning"

Publicado el 25 noviembre 2015 por Sylvia
Como he comentado en otras entradas, yo tenía la idea de alimentar a B solo con leche materna, sus primeros 6 meses; pero se le dificultó mamar y se desnutrió, por lo que nos servimos de la leche de fórmula; primero con jeringa, y después con biberón. Durante un periodo muy breve, intenté extraerme leche, pero B hacía tomas muy largas y frecuentes, de modo que se habría tratado de que el tiempo en que yo no estaba dando de comer, estuviera sacándome leche y/o lavando implementos del extractor. Como saben las mamás que sí hacen esa labor: superadas las primeras semanas, cada extracción habría sido más rápida y abundante; pero me rendí. Afortunadamente, no se redujo mi producción de leche, ni sus ganas de prenderse; seguimos con lactancia mixta, y ahora que está fuerte, mama que es un gusto.
Exactamente el 18 de octubre, el día en que cumplió seis meses, empezamos la ablactación. Yo quería usar el método "libre de papilas", pero según mi entendimiento, B no calificaba porque todavía no permanecía sentada sin apoyo (y todavía no lo hace), así que tuve claro que, como en todo, habríamos de hacer adaptaciones; han sido tantas, que no puedo decir que sigo el método, pero sí que me inspiro en sus principios.
Empezamos con calabacita. Era un domingo después de la Iglesia. Yo estaba de lo más emocionada, pero ella no mostró interés en el primer momento. La misma niña que se metía -y se mete- todo a la boca y que nos miraba comer con cara de huerfanita hambrienta, no mostraba ningún interés en la muy escogida, tierna, cocida y finamente picada calabacita. Entonces hice lo que no hay que hacer: me senté en posición de mamá alimentadora, tomé un trocito y lo acerqué a su boca, una vez, y otra vez y otra vez, hasta que caí en la tentación e intenté meterlo. Tuve que aceptar que mi fiesta no era su fiesta. La siguiente vez, el mismo día, fui menos intrusiva y creo que llegó a medio probar algo. Pero el día siguiente fue maravilloso. La puse en mi regazo, frente a la laptop, dejé la calabacita cocida, entera, a su alcance, en la mesa; me ocupé de mis cosas, y ella, naturalmente, llevó su boca hasta la comida (la boca a la comida, sí, como perrito). De ahí pa'l real, he comprobado que le gusta controlar su alimentación, y me parece perfecto.
No me preocupo si come poco, porque su principal alimento sigue siendo la leche, pero sí me interesó asegurarme de que comiera algo; si la dejo por la libre, hay "platillos" de los creo que comería tan poco que sería prácticamente nada. Sé que con el tiempo, lo conseguiría, pero ¿ese gramillo que lograra caer al estómago, contaría como haber probado el alimento? Así que sí preparo papillas, siempre dejando "textura". Me decidí a hacerlo porque con algo, creo que con la zanahoria, ella mostraba un animado interés por comer más de lo que estaba logrando comer. Me pareció que se frustraba, y en cambio, disfrutó mucho el machacado. Antier que comió manzana procedimos así: le presento la manzana entera, con cáscara, y ella la toma, la observa, la gira y se la lleva a la boca. Luego, le ofrezco una mitad de manzana, y ella succiona; toma el trozo por sí misma, lo manipula, y se lo lleva a la boca; muerde con la encía y come; pero se le escapa con facilidad, así que acepta que lo sostenga en mi mano para succionar y/o morder (vi por primera vez la huella de su primer diente). Al rato, raspo manzana con una cucharita y se la voy dando. Cuando pierde interés en la manzana, dejo que tome la cuchara, y le pongo montoncitos de manzana raspada sobre la tabla de su mesa. Come de una diversidad de maneras, algunas menos escandalosas que otras -en cuanto al batidero que queda-.
Seguimos el orden que nos recomendó la pediatra: verduras, frutas, cereales, leguminosas y carnes, cada cosa unos dos o tres días para notar si algo hace barullo. Cambié lo de dos o tres días, por uno o dos días, y no me privé de darle una probadita de esto o aquello, el par de veces que me acompañó a almorzar fuera. La carne, después de que la probó sola, se la di con vegetales que ya había comido, para que le supiera mejor. No le doy nada que yo no me comería; de hecho, siempre se me antoja lo que le doy. No quiero alimentos procesados comerciales porque no confío en ellos, no me gustan sus texturas, son más caros, me ilusiona hacer yo su comida, y sobre todo: a excepción del Gerber de manzana, no me resultan nada apetecibles: hasta me han dado asquito los que son de carne (en cambio, mi preparado de pollo, y mi preparado de res, olían delicioso y sabían de lo mejor).
Hasta ahora, B come dos veces al día, y sigue tomando leche a libre demanda. Intento servirle cuando no tiene hambre, para que se trate de una experiencia más de conocer, que de satisfacer una necesidad física. Le repito el nombre de lo que está comiendo, y damos gracias. Creo que ambas la estamos pasado bien, con los inevitables momentos de estrés porque algo fue difícil de tragar y las emociones fuertes cuando se "quema" un poquito, o lo tira todo. Pero es un placer verla reaccionar a lo nuevo: siempre pone cara de una extrañeza que al principio yo interpretaba como disgusto; puede mantener ese gesto mientras se saborea, pedir más y volver al gesto. ¡Y qué bonito es verla pedir más! Hace la cabeza hacia adelante y un sonido como "mm mm" que evidentemente es "más-más". Es asombroso verla domar sus brazos, sus manos y sus dedos. Es increíble toparme con su idiosincracia y su voluntad...
En eso estamos.
Silvia Parque

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