Revista Diario

Absurdistán 2

Publicado el 03 enero 2022 por Evamric2012
ABSURDISTÁN 2

Dos años hace ya casi desde que aquel mundo que fue creyó que lo inaudito e indecible no podía suceder, pero va y pasó.

Aquí en los Pariles de la Francia se anunció una “guerra”. Y los sustantivos y adjetivos bélicos invadieron nuestra infranqueable y supuesta zona fronteriza: la de nuestra libertad individual y colectiva.

Los frentes fueron múltiples y se impuso un estado de alarma con un toque de queda que dejó al planeta replegado en su retaguardia y confinado en su propia trinchera.  Se exigieron certificados firmados para salir a la calle antes y después del toque de queda, y hasta para respirar que iban cambiando de formato cada mes (¡Viva eso de tener cuidadito con los bosques y el papel…! Ahí os lo dejo Y más ahora que aflora el sistema ecolopolitosalvaelplanetatúqueyovaaserqueno).

El papel higiénico desapareció de los supermercados: todo el mundo estaba literal y figuradamente ca-ga-do.

El enemigo se multiplicaba por doquier, mientras el miedo campaba a sus anchas…

Los gobiernos amigos y enemigos se contradijeron. A falta de mascarillas y geles anti-bactericidas (porque no había, las ni los suficientes, para abastecer a la población y eran más que carillas y carillos y hasta Correos robaba las que hubo de llegar a centros hospitalarios y médicos de cabecera) en un primer momento se consideraron poco recomendables, se dedujo que su utilización era innecesaria y hasta nos enseñaron a lavarnos las manos con jabón. Fue entonces cuando la gente sacó la artillería pesada y con las viejas Singer cosieron material para hospitales y asilos de ancianos, vecinos, y gente de bien.

En cuanto llegaron las provisiones, se decretó su uso obligatorio so pena de indemnizaciones tanto en espacios exteriores como interiores.

Al mismo tiempo, y sin ningún tipo de preparación ni de formación desde nuestros zulos nos indujeron a empezar a teletrabajar, a enviar mensajes vía internet, y hasta a tomarnos el aperitivo con los amigos, y que nos visitaran los médicos tras la pantalla. Nos enclaustraron, pero a cambio  nos dieron opio: Net-flix, Movi-estar, Ama-zen, pelis y series, Ópera y conciertos gratis y eso desde cualquier plataforma no-estatal online, whatsapp, Instagram, tik-tok,… la lista fue tan larga que acortó nuestro espíritu crítico y  así  se redujo nuestra salud mental. Más tarde cortaron por lo sano el grifo de la alegría efímera y nos subieron la factura de la luz y acentuaron la censura en redes.

Todos los gobiernos (al unísono esta vez), juraron que la única salvación para que  tanto los aliados como nuestros enemigos dieran con un armisticio de haber una era ésta: la vacuna. Eso sí, sin tener en cuenta el distribuirlas por todo el planeta de manera equitativa.

Y llegaron… (las vacunas, la esperanza, el fin de esta guerra pangolina murcielaguesca o provocada por un laboratorio como ejercicio experimental que se les fue de las manos).

Pero el Plan Marshall-Vacunin-a todo Gas no logró que se pactara por fin una salida a esta guerra que ya dura desde hace dos años tras que se declarase como un cuento chino inextricable de la China.

Tras dos años de crisis sanitaria, en la que en un primer momento los balcones aplaudieron a los héroes de la Resistencia, hoy, con esas mismas palmas, abofetean y escupen a quienes tanto agasajaron.

Casi dos años después ya no podemos calificar esta guerra que era sólo un pequeño paréntesis en nuestras vidas como algo temporal. Es una guerra sin fin como la del día de la marmota.

Durante esa lucha contra la enemiga pandemia, los pilares de nuestros derechos fundamentales se han ido viendo mermados. Vivimos la ley seca, la libertad como estado de excepción permanente y las prohibiciones de todo tipo por contradictorias que sean como principio vital para salvar vidas.

El razonamiento ha perdido el oremus. Hemos visto desfilar las tropas gubernamentales, todos perplejos, con arengas tan contradictorias como que hasta está siendo normal el número de suicidios. No ha habido límites a la sinrazón y todo ello basado en decretos que supuestamente han sido votados por el bien de la salud pública para permitir frenar esta guerra sin más pérdidas acumuladas.

El soldado Ryan,  se estará revolviendo en su propia tumba…

No sé si lo que pretenden es que lleguemos a asimilar el confinamiento a cualquier hora del día y según les dé, el toque de queda sin ton ni son por horas que varíen como las temperaturas que andamos viviendo con estupor , el amor, los besos y el abrazo a distancia, el cierre de centros de ocio, culturales y educativos para operar desde la distancia, o bien para enfrentar a la población y fomentar guerras civiles, vacunados contra anti-vacunas; gordos, diabéticos, cardiacos, hipo e hipertensos, inmunodeprimidos, niños, ancianos, etc… contra los que supuestamente se piensan superhombres o mujeres, atletas del 2x1, musculitos y yogurines que se dopan con tik toks y palabritas similares a un like con el pulgar alzado. Discriminar a una población por su estado de salud, ya fuere físico o mental es una aberración más impuesta desde que comenzó esta mal denominada guerra.

Llevamos 2 años de (sin) control, de auto-control,  de descontrol, de fraude, hipocresía y contradicciones. Y me diréis, antes era exacta-mente lo mismo en política, amistades, relaciones, familias, socios, etc… y sí, pero es que se suponía que esto nos iba a hacer mejores… je.

Y yo, si ya antes pasaba de este estado higienista, ahora todavía más porque ya ni logro entenderlo ni seguirlo.

Si bien hasta hoy intentamos, la inmensa mayoría, seguirles el juego y aceptamos coartar nuestras salidas, llevar firmado nuestro certificado para ir a comprar, o hasta para sacar al perro a mear, y hacer deporte en radios de km que cambiaban según el estado de humor del ministerio de salud, de vacunarnos no una, sino dos, tres… y las que te rondaré morena, de cargar con un pase sanitario como salva-conducto, de llevar la mascarilla ahora sí, ahora no, dentro, fuera, de no dar un apretón de manos, de no abrazar a un amigo, de mantenernos a distancia del otro y de los demás- que se convirtieron en un peligro o en un apestado … ya va siendo hora de regresar a lo que llaman vida “normal” ( si es que alguna vez la hubo (normal) y de volver a ser responsables de nuestra libertad de movimiento, de acción y de pensamiento.

El gobierno francés ahora medita y se plantea la posibilidad  (por si fuera poco todo lo ya vivido con sus contradicciones a cuestas) de cambiar el pase sanitario por un pase vacunal al cual quiere añadir un PCR para frecuentar los lugares de ocio así como los restaurantes y bares… 3 dosis de vacuna + un PCR. 

En sala de profesores, -de esto me enteré ayer noche vía nuestro Sinistro de Deseducación vía email para la vuelta hoy a los anfiteatros, y a las aulas- no podremos tomarnos un café de pie… sino sentados… a mí me hubiese gustado en ese caso sacar mi pipa de la paz y fumármela, pero está muy prohibido ya eso

A partir de hoy tenemos que  hacernos 1 test antes de entrar, y en caso de positivo con 3 dosis de vacuna, 3 test más después, pero si uno da negativo, vuelta al ruedo cagando leches y sin confinamiento por Covid.

Han llamado a las reservas, una guerra es una guerra, a los ya jubilados para remplazar a los que han ido cayendo en este combate, a los voluntarios, y a quien quiera hacer de profe y viese en su día su vocación frustrada y por eso sigue echando pestes por las sacrosantas vacaciones  que tienen y además por no pegar un palo al agua.

Pronto las farmacias y los laboratorios serán ese lugar en el que te podrás tomar un café o una copa con los amigos y la familia, donde podrás ligar como en la discoteca o el pub  y mandarte unas tapitas. Las colas para hacerse los test dan vueltas a la manzana y en 3h de espera, el que no liga, es porque no quiere.

Pronto nos exigirán- por qué no, un tac, o una resonancia, radiografías, una colonoscopia o un reconocimiento rectal (para Uds caballeros) o vaginal (para Uds damas) y/o uno de cada (para Todes) por si se quejan.

Pronto nos impondrán una anestesia general y que vivamos en lugares asépticos, blancos y libres de objetos ya en desuso, de no exigir, por las buenas, que las malas llegan solas, que una guerra es necesaria cuando los altos mandos lo tienen claro y es más que necesaria; pero que resulta completamente absurda cuando la dirigen peces gordos que se ahogan en su propia pecera y ni saben cómo bailarnos el agua en la que nadamos todos intentando no naufragar y pensando en cómo ganarán las próximas elecciones.

Y bueno, es que de seguir así, cualquier día de estos nos vamos a encabronar ya más de lo que estamos, en serio, pero muy en serio, y ni se lo van a ver venir.

Aquí con el subidón de las materias primas, gas, luz, carburante (puto Putín, putón) de los productos básicos de consumo (y no me refiero al papel higiénico) la falta de abastecimiento, etc… porque la lista es larga),  el vulgo está que arde.

Tanto que se envió un nuevo decreto el 31 sobre el uso de las mascarillas en exteriores so pena de 135 euros de multa, y todo el mundo se lo está pasando por el forro del abrigo. Y así cualquier nuevo decreto que asoma a la luz de un nuevo día. ¿Es normal dicha actitud?  Juzgad vosotros. Personalmente que cada cual haga ya de su capa un sayo. 

Eso sí, confieso que estas Navidades vi, y doy fe de ello, a la gente consumir y hacer colas kilométricas para darse un homenaje. ¿Podríamos culparlas? Eso os lo dejo a vuestro propio albedrío.

Por aquí los amarillos ya están haciendo punto para calzarse los chalecos. Los anti plástico presionan. Los anti-vax van contra los pro-higienistas, los pro contra, van contra los pro lo otro, los neutrales… contra los... y así hasta el infinito y más allá.

“En tiempos de guerra, todo vale ¿? ”.

Nos espera un invierno, calentito, calentito. 

Ojalá me equivoque.

Al tiempo.



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