Por Uttara Ray, responsable de proyectos de Global Humanitaria en Bengala Occidental
Miles de personas, rompiendo con las barreras sociales y económicas, caminaron en silencio en Calcuta para protestar contra la brutal violación en grupo y asesinato de la estudiante Jyoti SinghPandey, quien tenía 23 años y vivía en Delhi. El hecho ocurrió el pasado mes de diciembre.
Los manifestantes se abrieron paso desde el centro cultural Rabindra Sadan hasta el Planetario Birla, donde se encendieron velas como parte de la protesta. La muerte de esta joven ha galvanizado a los indios para exigir una mayor protección a las mujeres frente a la violencia sexual con manifestaciones masivas, vigilias con velas y protestas callejeras con pancartas, consignas y bloqueos de carreteras. Muchas mujeres salieron a la calle para protestar, y el grueso de los manifestantes lo integraron adolescentes y jóvenes de entre 20 y 30 años. Todos respetaron el código de no violencia que estableció la policía de Calcuta.
Las reacciones a esta violación y muerte atroz han sido muy diversas. El ejército indio canceló las fiestas de Año Nuevo que celebraban la fuerza aérea, la marina y el ejército, en una muestra de solidaridad con la familia. Tras el ataque, el Congreso de la India afirmó que presentaría propuestas legislativas que incorporen la castración química y condenas de 30 años de cárcel para todos los violadores. El proyecto de ley ha sido elaborado ya y fue entregado al presidente del Tribunal Supremo de la India a finales de enero.
El caso ha conmocionado a la India y ha provocado un debate sobre el papel de la mujer en la sociedad. El gobierno nacional ha anunciado en las últimas semanas la creación de seis tribunales rápidos en Delhi para permitir que los crímenes contra las mujeres sean instruidos con rapidez y evitar los años de retrasos que pueden caracterizar los procedimientos legales en el subcontinente.
Las mujeres indias, sin embargo, han comentado que incluso en este momento de reacción por la violación y muerte, la actitud de las autoridades hacia las mujeres continúa siendo restrictiva.
Este incidente ha obligado a la India a enfrentarse a la realidad de que las mujeres agredidas sexualmente a menudo son culpadas por el crimen del que han sido víctimas. Ello las obliga a callar y disminuye su disposición a informar a las autoridades por temor a exponerse al ridículo a ellas mismas y a sus familias. Las mujeres deben enfrentarse diariamente a diversas formas de acoso sexual, que van desde silbidos en las calles y acercamientos y tocamientos en los transportes públicos, hasta la violación.
Este caso ha desencadenado una revolución social. Ahora tenemos que mantenerla, profundizarla y expandirla. Debemos exigir y obtener una justicia rápida y eficaz para las mujeres. Debemos pedir y obtener de los tribunales una vía rápida para condenar a los responsables de crímenes contra las mujeres. Tenemos que asegurarnos de que se cambian las leyes para que la justicia no sea inalcanzable para las víctimas de violencia sexual. Debemos continuar pidiendo que se creen listas de políticos con antecedentes penales.
— La fotografía es de Soumyaroop Chatterjee en Flickr