Entre actores y directores, unas veces se crea tan buena conexión que acabamos estableciendo una relación larga, que perdura a través de los años. Otras veces sucede lo contrario: es casi como si tuviéramos que obedecer al jefe, con el que no estamos muy de acuerdo, pero al final acabamos haciendo nuestro trabajo tal y como nos indica que lo hagamos, y cuando se acaba, se acaba.
El objetivo de este artículo es darte algunos consejos para que tu relación con los directores sea lo más fluida posible, de tal manera que no solo te ayude a mantener un buen contacto con ellos que podrá darte más trabajo en el futuro, sino que, a través de un buen entendimiento y comunicación, tu actuación sea de 10.
Vayamos al fondo del asunto…
En un proyecto, ¿qué responsabilidades le pertenecen al director y cuáles son las nuestras como actores?
Nuestro trabajo como actores consiste en interpretar personajes, ciñéndonos siempre al guion que se nos proporciona y con la visión que nos transmita el director. (¡Por eso a los actores se nos llama intérpretes!).
En definitiva, el rol del dire es dirigir, el nuestro escuchar y hacer.
Los directores han de tener una clara idea del resultado que quieren en un proyecto, y deben saberla transmitir. A partir de esa visión, los actores debemos trabajar en la propia interpretación de las escenas para conseguir ese resultado deseado.
Por tanto, hablamos de una estrecha colaboración: por un lado, el director debe danos espacio a los actores para desarrollar nuestro personaje, pero, para ello, antes debemos entender muy bien qué personaje desea. Por eso, ha de haber mucha comunicación entre los dos.
El problema es que en las escuelas nos enseñan las técnicas para convertirnos en actores brillantes, pero muchas veces no nos preparan para otras cosas que también son importantes: entre otras, sabernos comunicar con otros miembros del equipo, incluidos los directores.
Como resultado, esta relación entre el actor y el director muchas veces no se entiende bien, (aunque no lo hagamos a propósito), y a veces las dos partes intentamos liderar el trabajo, puesto que ambos tenemos diferentes visiones de cómo debería ser el producto final de la obra audiovisual o teatral en la que participamos.
Pero entonces… ¿la autoridad final quién la tiene, nosotros o el director? Porque al fin y al cabo nuestra reputación está en juego cada vez que trabajamos, pero también tenemos que seguir su dirección…
Pues bien, la autoridad la tiene el director, ya que es quien debe dirigirnos, pero no por ello nosotros debemos callar nuestras ideas. ¡Al contrario! Debemos aportarlas y comunicárselas, aunque en última instancia siempre deberemos aceptar lo que nos diga (algunas veces las incluirá y otras no).
Un buen director te hace pensar que trabajas con él -es decir, juntos-, no bajo sus órdenes.
Lo más importante es que tengas en cuenta que todas las ideas que aportes sean por el bien de la producción, nunca por tu propio ego. Decimos esto porque, sin querer, los actores caemos muchas veces en la tentación de hacer sugerencias que solo llevan a intentar lucirnos más, pero que poco o nada aportan al resultado del proyecto. ¡No caigamos en este error!
Del mismo modo, si se da el caso de que llevamos trabajando en esta industria más tiempo que el director, también deberemos desprendernos de nuestro orgullo, y nunca creer que como “ya lo sabemos todo” no necesitamos dirección.
Lógicamente, a los directores no les gusta ser retados ni contradichos frente a los demás, porque les resta la autoridad les pertenece. Por tanto, expón siempre tus ideas si crees que van a ayudar a obtener un resultado mejor, pero siempre con tacto, educación y respeto. Aunque vuestras visiones choquen, compórtate siempre como el profesional que eres.
Ni qué decir tiene, el hecho de que alguien sea director no quiere decir que pueda comportarse como un tirano contigo o los miembros del equipo. Si alguna vez llegaras al límite y esta colaboración se volviera insostenible, deberías hablar con el productor, porque el director también puede ser despedido.
Como hemos dicho antes, hagas lo que hagas, que sea siempre por el bien de la producción.
Consejos para una buena relación de trabajo
- El presupuesto aprieta, el tiempo apremia y no deberíamos ser nosotros quienes retrasáramos la producción. Como el equipo es caro y los tiempos están muy marcados, esto hace que el director a veces no tenga tiempo de darte pautas (aunque eso depende mucho del director). En cualquier caso, hacer fácil su trabajo caerá en beneficio de todos. Tantas cosas pasan en una producción (el director no solo dirige nuestra actuación sino plantea sus necesidades a cada departamento) que facilitar las cosas es lo mejor que puedes hacer.
- Escúchale, pues sentirá que puede hacer su mejor trabajo.
- Mantén una actitud abierta ante todas sus indicaciones. Has trabajado tu personaje y tienes una propuesta clara para interpretarlo, pero si el director te da una dirección, tienes que ser lo suficientemente flexible para adaptarte a ella, te guste o no.
Recuerda: los actores, por mucho que seamos la cara visible de una producción y eso haga que tengamos bastante peso en ella, no dejamos de ser empleados al servicio de directores y productores. Si no les gustamos, nos pueden sustituir.
Actores y directores… ¡Trabajemos juntos para sacar un proyecto con el mejor resultado que esté en nuestras manos!
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