Adiabático

Publicado el 31 julio 2012 por Cefiro

He resuelto que para contemplar el mundo no es necesario subir a la azotea. Me bastará con quedarme a vivir en mis ojos. Estrujar mis intestinos sobre lo profundo. Cagarme en la metafísica aristotélica tras la larga adoración. Llevo un cartel de esos que llevan los que compran oro. El mío dice: “Compro carne” por delante y “Vendo alma” por detrás aunque lo que voy a comprar en realidad es una estantería. O dos o tres. Quiero tener muchas baldas en las que ordenar los pensamientos de otros al modo de una cena servida para cientos en la que yo sea el único comensal. Me vestiré bien y me haré raya en el pelo. Beberé vino bueno mientras contemplo en silencio ese cuadro de familia en el que una mujer vestida con una túnica de gasa fina se pasea por entre los cadáveres de la guerra. Todos son hombres. Ella mira sus penes muertos mientras avanza. La violencia es un gesto contenido que se refleja en un pequeño charco de sangre que ha perdido el brillo. Por la ventana se oyen los gritos sin fuerza de los viejos que contemplan los triangulillos de las chicas del banco de enfrente. Y todo se comprime. Y nada tiene remedio. Hace calor y todo se comprime. Para cualquier empresa ya parece demasiado tarde. La ciencia que busca a Dios compra heroína en una explanada de las afueras.