A lo mejor me llaman mala médico. Pero a todos les di la misma explicación y me negué a darles más dosis del medicamento que pedían. Una chica joven, de 33 años, casi me suplicó por un comprimido. Me contó que lo tomaba a diario y que si no lo hacía se sentía muy mal. Había tomado más de la cuenta a raíz de una discusión familiar y quería aún más. Le pregunté si sabía que era adicta. Ella me respondió que no lo era. Entonces yo le contesté, "pues tienes un grave problema, pide ayuda". Y así, uno tras otro.
