Esta pasada madrugada fallecía en un hotel de Berverly Hills, en circunstancias aún no aclaradas, la actriz y cantante Whitney Houston, una de las mejores voces del soul y el pop de las décadas de 1980 y 1990. Houston ha muerto a los 48 años, después de mucho tiempo de decadencia artística y personal como consecuencia de su adicción al alcohol y las drogas y también en gran parte provocada por su tormentosa relación con el también cantante Bobby Brown.
Whitney Houston destacó sobretodo encima de los escenarios, siendo una de las cantantes femeninas que más discos han vendido en toda la historia del música. Además de eso, hizo también sus pinitos en la gran pantalla, debutando a principios de los 90 con El guardaespaldas (Mick Jackson, 1992), su papel más conocido. En él interpretaba a una artista que se enamora de su escolta, encarnado por Kevin Costner, en la que es una de las películas icónicas de la década gracias a su banda sonora, a la que la propia Whitney daba lustre con su conmovedora versión del I will always love you (que, curiosamente, no fue nominada al Oscar como sí lo fueron otras dos canciones del film).
Tres años después, Houston protagonizó el debut en el largometraje del actor Forest Whitaker. Esperando un respiro (1995) era una película decididamente dirigida a mujeres afroamericanas de mediana edad, que eran precisamente las protagonistas de un film lleno de tópicos y en el que también participaron Angela Bassett y Loretta Devine. Finalmente, La mujer del predicador (Penny Marshall, 1996) fue la última ocasión en la que pudimos ver a Whitney en el cine, intepretando a la esposa de un predicador (Denzel Washington) en este remake afroamericano de La mujer del obispo (Henry Koster, 1947).
Después de varios intentos infructuosos de rehabilitación para superar sus adicciones, Houston tenía preparado su regreso a la gran pantalla con otro remake, Sparkle (1976). Esta película habla de tres hermanas que forman un grupo musical y que después de su éxito tienen que enfrentarse a su propia caída en desgracia y a sus problemas con las drogas. Como casi siempre, la realidad supera a la ficción.