Hace un tiempo, leía una serie de artículos que Alberto Vázquez-Figueroa publicaba bajo el título "África muere". Sin desmerecer el contenido, que me pareció muy interesante y constructivo, creo que esas dos palabras implican una destrucción inmerecida. O mejor dicho, más que inmerecida, injusta.
Me recordó a los incendios de los bosques gallegos, cuando se puso de moda el hashtag #ArdeGalicia. Pero Galicia no ardía, sino que alguien la estaba quemando. Del mismo modo, las víctimas de violencia de género no son mujeres que fallecen, sino mujeres a las que asesinan. Otro ejemplo serían los tantos desaparecidos en las tantas regiones del mundo, que no desaparecen, sino que alguien los hace desaparecer.
Las palabras que elegimos para describir realidades pueden tergiversar la realidad en sí misma hasta llegar a crear una nueva, paralela. Puede que una más suave, más amable (según para quién, claro). Quizá como alternativa, para deshacernos de...