Revista Literatura

Agentes literarios versus Autores independientes

Publicado el 12 abril 2012 por Blancamiosi
Agentes literarios versus Autores independientesAntes tener un agente literario significaba tener más de un 50% adelantado en el recorrido hacia la publicación. Desde hace algunos años la figura del agente ha cambiado a medida que ha evolucionado el mundo de la edición. Ahora más que una ayuda resultan en algunos casos, un estorbo. Sé de casos puntuales de escritores que han finiquitados sus contratos, pues no lograron nada más después de la primera publicación.
¿Cuánto de verdad hay detrás de una representación?
Como bien lo dijo una conocida agente literaria hace unos tres años: es como un juego de azar. Nunca se sabe cuándo un escritor puede ser bueno o cuándo una editorial puede considerar la publicación de un novel. Viéndolo desde el punto de vista de agentes y editoriales es una posición bastante cómoda, pues entonces representar a un escritor no tiene otro valor que el del libro, ¿y si el libro se vende por sí mismo, para qué un escritor desearía un agente?
Esta interrogante ha surgido con fuerza últimamente entre los escritores que no han alcanzado su sueño de publicar a través de una agencia. Uno, dos, tres y en algunos casos hasta seis años de espera con la misma respuesta: «Hacemos lo que podemos, no te desanimes, sigue escribiendo». Pero la vida no espera, el tiempo transcurre inexorable y el escritor ve perdidos los mejores años de su vida sin que ello parezca importarle al agente. Si al menos tuvieran la franqueza de decirle: «Mira, nos hemos equivocado, pensamos que tu novela era buena pero nadie la quiere publicar, revísala o dedícate a otra cosa», el escritor o supuesto escritor al menos sabría dónde está parado.
Con la publicación independiente se ha puesto sobre el tapete si vale la pena o no tener agente literario, pues las facilidades de Amazon han hecho posible que cualquier persona, sea o no escritora, pueda publicar. ¿Cuál es el beneficio? Si la novela se vende se comprueba que no era tan mala, y si logra escalar posiciones relevantes, es probable que una editorial se fije en él/ella y lo fiche sin intermediarios, con lo cual la figura del agente queda relegada. ¿Pero qué sucede cuando esta persona es fichada después de haber autopublicado y mantiene contrato con su agente? ¿Se debería beneficiar el agente con el porcentaje pautado por un trabajo que no hizo? Casos como ese se están dando con frecuencia.
La realidad editorial actual ha sufrido un verdadero remezón, y las editoriales que no hayan tomado en cuenta a los escritores emergentes, hoy se deben estar arrepintiendo por su desinterés. El escritor, el creador, el autor de una obra, está empezando a cobrar valor. Ya no será tratado como un mendigo solicitando una limosna, cuando él es quien produce la materia prima que pone en movimiento la maquinaria editorial que arrastra consigo toda una industria. Los que publican por Amazon y venden regularmente unos 1000 o 2000 libros mensuales, cobran mensualmente una cantidad equivalente a un sueldo mínimo. Constante. No es un adelanto y después nada más. Es el motivo por el que algunos escritores prefieren seguir siendo indies y no firmar con ninguna editorial y mucho menos tener un agente, pues saben que cuantos más libros tengan publicados en Amazon, más ventas mensuales.
Creo que la verdadera criba es la que se está haciendo en el gigante Amazon. Allí son los lectores los que tienen la última palabra, y es allí donde se pueden estudiar las tendencias literarias. ¿Y qué es lo que indican estas tendencias? Que lo que se vende en la actualidad es literatura dirigida al público femenino, mayoritariamente, que son las que más leen. Algo que ya las editoriales habían detectado: sagas familiares, problemas existenciales de mujeres, algo similar a la serie norteamericana «Friends», o a la cantidad de talk shows que inundan los programas televisivos, con la pertinente incomodidad del público masculino, que ha visto relegadas sus historias de ciencia ficción, aventuras y guerras para dar paso a otro tipo de lecturas donde hasta en la novela negra debe existir algo de romance para ser mejor vendida.
Lo sé de primera mano, pues recibo muchas cartas de lectores, en su mayoría masculinos, en las que me agradecen por contar historias para hombres. Suena raro, pero es así. Parece que la oferta en Amazon de buenas historias para hombres escasea, y es algo que empieza a notarse cada vez más, lo digo para los que deseen tomar nota de lo que se avecina. El lector promedio está un poco saturado de novelas en la que los hombres por lo general salen mal parados. (Solo una nota curiosa que quise incluir en este artículo)
De manera que lo que actualmente se está viendo es: un escritor además de escribir debe saber de relaciones públicas, de marketing, de diagramación, de derechos digitales, (en el caso de que tenga que hacer un trailer) de digitalización, y sobre todo: debe escribir como los dioses, pues la oferta es de tal magnitud que llegar a los lugares de relevancia cada vez será más difícil. Y como dijo Andrés Jorge en una entrevista en la revista «Otro Lunes»:
«¿Cómo imagina el oficio del escritor entrado el siglo XXI?
Estoy convencido de que el siglo XXI, contrario a todas las predicciones del momento, será un siglo literario. El escritor tiene como nunca la posibilidad de encontrar a los lectores para su obra y mantenerlos en su órbita. Lo que sí tengo claro, y con ello retomo lo que dije arriba, es que la era digital no favorece a los intermediarios. Uno puede hacer todo, está el POD (impresión sobre pedido), Amazon, Youtube y las redes sociales. Pero hay que trabajar, y mucho, muchísimo. Si te vas por la vía independiente, debes saber que trabajarás de madrugada en tu nuevo libro, en la mañana en editar y publicar el que está en camino y en la tarde y la noche en promover y distribuir los que ya vieron la luz. Nadie ha dicho que sea fácil, pero es la vía, nadie lo va a hacer por ti. Si tus libros tienen éxito, vas a tener detrás un ejército de agentes literarios y otras formas de vida parasitaria interesados en promoverte y hacerse con una tajada. Ahora es al revés, los escritores viven mendigando atención de las editoriales, de los agentes literarios o de cualquiera que se deje. En vez de gimotear, ponte a trabajar, conviértete en un profesional, en un empresario. Si tanto amas la literatura, dignifícala con tu trabajo, que no te avergüence salir a vender tu pan. Es duro, pero cualquier empresario podría decirte cómo empezó, y ningún negocio que valga la pena deja de serlo al principio, y sólo crecen los que se mantienen el tiempo suficiente en la pelea. No es diferente con la escritura. Los libros que nos gustan se escribieron hace veinte o treinta o cien años. ¿Qué tal que de aquí a treinta años tú como autor sepas en manos de quién está la última copia vendida de tu libro y, sobre todo, que cobres por ello?»

Visto lo dicho, puedo decir que me encuentro satisfecha de poder formar parte de una de las pocas editoriales que tomaron la delantera y pusieron las cartas sobre la mesa. Ediciones B creó un sello exclusivamente digital que se dio a la tarea de reclutar a autores noveles, dándoles la oportunidad de pertenecer a un grupo editorial con un buen respaldo de distribución, un equipo de gente joven con ganas de trabajar, que mantiene contacto permanente con nosotros, y que los podemos ver en Facebook, en Twitter, y en nuestro correo electrónico casi a diario. Dirigidos por Ernest Folch un joven empresario que ha revolucionado la industria editorial. La innovación es lo que se espera de ellos, y Ediciones B será la primera en editar un formato en papel que imita en cierta forma al digital; cubierta plateada y cierre magnético. Así saldrán los libros de los Cinco de B de Books, este mayo próximo, entre quienes me incluyo.
Fuente del fragmento de la entrevista: http://otrolunes.com/archivos/16-20/?hemeroteca/numero-19/portada//
Es todo por hoy, amigos, ¡Hasta la próxima!
B. Miosi

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