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Agradece este instante, Jurassic World, orquídeas en la piel

Publicado el 09 agosto 2015 por Ptolomeo1

Agradece este instanteA fin de cumplir con el segundo paso del desafío que me propusiera Antonio, el gentil autor de Velehay, la frase elegida para este post pertenece al poeta de origen persa Osmar Khayyám, médico herborista nacido en el siglo XI que volcara en el Ruba´iyyat su delicada concepción del mundo y de la naturaleza.

En la película Unfaithful una deslumbrante Diane Lane encarna a Constance, felizmente casada con Edward  (Richard Gere) e irresistiblemente atraída por el joven Paul Martel en la piel de Olivier Martinez. A poco de conocerse, Paul le obsequia a Constance un ejemplar de Ruba´iyyat y mientras ella lee la frase que le indica, recita conjuntamente: “…Bebe vino. Eso es la vida eterna. Es todo lo que te dará la juventud. Un tiempo de vino, de rosas y de amigos borrachos. Agradece este instante. Este instante es tu vida…”.

Sin perjuicio del desarrollo de la historia, prejuicioso e impregnado con una inconveniente dosis de culpa y de desastre que mucho tiene que ver con la condición de mujer de quien comete la infidelidad, la sabiduría de Khayyám que le insinúa el apuesto Martel se resume en las dos últimas frases: agradecer el instante y vivirlo con plena conciencia es agradecer la propia vida.

Salvo en algunas ocasiones en las que nos encontramos alineados con nuestro ser interno, no vivimos con conciencia del instante. Si fuéramos capaces de honrar el legado de Khayyám, seguramente no desperdiciaríamos tantos momentos en elucubraciones mezquinas, culpas futuras o irascibles titubeos que sólo conllevan cuantiosas pérdidas de energía.

De instantes fugaces y sutiles se compone nuestro paso por el mundo, parece decirnos el sabio persa; agradecer, entonces, es vivir de la mejor manera posible, sin desperdiciar ningún momento. Lo contrario sería conspirar contra la gracia que implica la existencia, en definitiva, contra nosotros mismos.

Mundo jurásico

Jurassic WorldConfieso que a la fecha, cada vez que reiteran por televisión alguna de las películas acerca del icónico Jurassic Park me instalo en el sillón para mirarlas una y otra vez, con una peculiar predilección por El mundo perdido y su famosa escena del campo invadido por velociraptors. Así, cuando se anunció en Argentina el estreno de Jurassic World en Digital 3 D, no dudé en concurrir al cine a admirar, una vez más, a los fantásticos animales prehistóricos.

El nuevo parque recibe a diario miles de visitas y constituye un negocio fabuloso para Simon Masrani, su dueño. Pero no alcanza con el Masasaurus ni con el temible T-Rex, ni con las esferas que a manera de carritos de golf permiten a los visitantes recorrer las planicies donde pastan los herbívoros gigantes. El show debe continuar y Claire Dearing es la encargada de proyectar, conjuntamente con el genetista Henry Wu, un nuevo ejemplar más feroz y aterrador: la Indominus Rex, especie de hermana del T-Rex que como toda criatura híbrida resulta imprevisible.

Owen Grady es un ex marine contratado para amansar nada menos que a los temibles velociraptors; sin embargo, la paciencia y la conexión obran milagros y los raptors obedecen y respetan a su entrenador, quien recíprocamente les dispensa afecto y cuidado. Grady ha de presentir que la Indominus Rex comienza a seguir sus propios instintos, apartándose de la lógica absurda que plantean el genetista y la hierática Dearing, porque la naturaleza, sin pedir permiso al hombre, siempre encuentra su propio camino.

Grady es el previsible héroe en esta película que salvará entre otros a los sobrinos de Dearing, quien ha de caer fascinada en sus brazos y ha de conmoverse al verlo consolar a un adorable ejemplar herbívoro que gime de dolor y al que Grady ayuda compasivamente a morir. El mensaje es claro: todos los seres somos iguales ante la proximidad de la muerte y se necesita de una mano amiga para atravesar ese último instante.

El final previsible del émulo de Frankenstein que encarna la Indominus Rex, no sin antes causar previsibles desastres, reitera una vez más que el hombre sólo puede ejercer sobre sus presuntas creaciones un control ilusorio, limitación que pese a los reiterados errores no acepta por soberbia o por corrupción, una y otra vez. A despecho del carácer netamente comercial de Jurassic World, he caído nuevamente rendida ante sus prehistoricos protagonistas en esta increíble versión.

La fotografía corresponde a la imagen publicitaria de la película.

Orquídeas en la piel

Dark OrchidVictoria´s Secret, la omnipresente marca estadounidense de lencería y perfumería, lanzó en el año 2012 la fragancia Seduction Dark Orchid bajo la impronta oriental-floral, con el acento puesto en un corazón de orquídeas negras, la salida en grosellas, yuzu y piñas y notas de fondo de ámbar, oud y maderas de cachemira.

Si bien los componentes remiten a un perfume típicamente invernal, lo cierto es que Dark Orchid no resulta demasiado intenso, como si orquídeas y maderas resultaran atenuadas por los toques frutales que le restan cuerpo a la composición.

Cierto es que el aroma se aleja de la brillantez azucarada que caracteriza a la marca, pero en la resolución definitiva añoro un toque de persistencia densa, esa sensación de calidez permanente que debe tener en mi opinión un perfume de invierno. Para quienes no echen en falta reencontrarse a cada paso con el perfume que han elegido, Dark Orchid resulta una buena opción en tiempos fríos.


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