Esta historia me ha emocionado mucho, me imagino la instantánea de su mente, el último recuerdo de su familia, su casa , su vida... Todo destruido por la locura, de la sin razón, del odio. Supongo que durante la 2ª guerra mundial sería miles o millones de familias que sufrirían esto. y pocos tendrían la suerte que tuvo el pequeño Max. Pero no están en el olvido, están en todas las personas que recordamos lo ocurrido, quizás nunca sepamos sus nombres, pero si sabemos lo que pasó, y los mantendremos vivos en nuestra memoria, una memoria colectiva de esta humanidad que gracias a internet, es una memoria mundial, y no permitiremos que vuelva ocurrir.
Vuelvo a imaginar ese tablero de ajedrez donde Max aprendía a jugar y no entiendo porqué un humano es capaz de matar a otro por cuestiones, religiosas, política, genero, raza o cualquier otra, ojalá nuestras diferencias pudieran salvarse en una partida de ajedrez, un juego sin que nadie muera, ni sufra, ni pase hambre.
Saludos
Noticia, este es el enlace donde leí la historia, es muy bonita la recomiendo